miércoles, 16 de octubre de 2013

La hora al fin de Javier Magano

Me hablaron el curso pasado de Javier Magano y tenía buena curiosidad de leerlo, coincidí con él en el Homenaje a Luis Cernuda que hizo Ediciones Vitruvio hace unos meses y creo que también le vi en los fastos del Día del Libro en la legendaria Fuentetaja, que por cierto, ha vuelto a cerrar y se une a este drama cotidiano nuestro, tiendas cerradas, personas en paro, miseria de camino, en fin, no voy a volver a lo mismo...

 La sala llena en la presentación de La hora del lobo, de Javier Magano

           Lo cierto es que Javier Magano presentó ayer su primer libro, La hora del lobo, en la cripta cada vez más sagrada del Comercial, lo que Pablo Méndez llama insistentemente El Rincón de don Antonio y que tiene ya una larga lista de poetas que han cantado allí sus versos.
            La presentación corrió a cargo de Pablo Jiménez, poeta de densa e importante trayectoria que hizo una semblanza del autor y del libro elogiosa, contenida y sincera. Después el poeta leyó sus versos no ajeno a la emoción que toda primera gran cita impone pero con claridad, a ritmo suave y muy dentro de una voz con certeza y empuje. La hora del lobo es un libro brillante, su coqueteo con el culturalismo es una realidad pero no está tratado desde una posición antigua, hay modernización en los personajes que ya llenaron páginas en la poesía española, especialmente en poetas surgidos en los años setenta. La posición de Magano es más vertical, y en su poesía, donde no cae nunca la figura de Shakespeare también hay momentos de exaltación amorosa o de contemplación del paisaje frente a la decadencia de nuestra propia vida.

Pablo Jiménez, Javier Magano y Pablo Méndez

            La sala estaba llena y la compañía de escritores y poetas conocidos también fue nutrida, me gustó ver a Juan Carlos Rodríguez Búrdalo: interesante poeta extremeño del que leí hace años su gran libro De piel y humo, Eduardo Merino, José Parra Moreno, Hilario Martínez Nebreda, Raúl Nieto de la Torre...

            La poesía se convirtió en un lugar extraño y maravilloso, las referencias literarias de Javier Magano se crecieron en el ambiente de la tarde y muchos supimos que estábamos ante un escritor que escribirá páginas buenas, de momento empieza con un buen paso, certero. 


                                                                                                                             Nieves González

martes, 1 de octubre de 2013

David Morello: mucho más que un poeta


Disculpas tengo que pedir a nuestro Pablo Méndez, me invitó con insistencia a dos actos poéticos anteriores y no he sido capaz de acudir. Y eso que sigo en el maldito Paro como todos los hijos de los vecinos que una tiene y parezco ya una señorona de antes dedicada a sus inhóspitos  labores y fregar los platos con cara de mala leche.
            Pero la poesía me salva como siempre y la presentación de ayer fue increíble. Conozco poco a David Morello, todos me hablaban de su primer libro, Retorno de la voz, fui a comprarlo pero como  ya lo había comprado alguien, me hice con el nuevo, Réquiem por un hombre cualquiera, que he leído esta noche como quien devora una manjar exquisito.
            Un recuerdo emotivo hacia Juan Luis Panero que falleció la semana pasada: gran poeta sin duda, aunque yo prefiera la poesía de Leopoldo (esa medio cordura inquietante). Y de presentación unas palabras de Manuel Lacarta que estuvo cauto, sutil y minucioso en la semblanzadel libro. Después David Morello se dejó llevar por la poesía y leyó despacio, delicadamente una poesía que trata sobre la guerra, sobre la injusticia, sobre la pobre presencia del hombre cuando todo está roto, o rompiéndose o por romper como una cadena irremplazable. La poesía de Morello es tierna, sensible y muy azulada, a veces parecen sus palabras de algodón, y tiene un ritmo lento y suave, casi como su voz cuando se frena, cuando quiere esperar de forma casi mágica, al último lector o espectador allí en la sala.
 
Lleno absoluto en el Rincón de don Antonio del Café Comercial
 
            Réquiem por un hombre cualquiera es un libro grande que pone el listón muy alto para este inicio de temporada, si vienen más libros como este, con esa carga de sutileza y en la observación del prójimo tanta sensibilidad vamos a pasarlo muy bien, y se llenará de buenas luces el rincón indómito del Comercial, o el Ateneo, o el Círculo de Bellas Artes que cada vez está más frío y más solo y más parecido a un hotel de lujo…
            En la sala otros poetas acudieron al nacimiento, Paco Caro en primera fila: siempre atento, Antonio Daganzo, Fernando López Guisado y Elena Muñoz que estrena novela, Raúl Nieto de la Torre, Eduardo Merino, David Minayo, José Elgarresta bien acompañado y sonriente, Alberto Infante a quien me hubiera gustado preguntarle por su viaje al incuestionable Colliure, Aurora Auñón, Guadalupe Grande, José Luis Torrego, Félix Santiago, Davina Pazos…
            Al final de la lectura, David Morello cantó uno de sus poemas y todos nos quedamos impresionados, su voz cálida hasta ahora, se transformó en un caudal de flamenco lleno de emoción y parecía traer detrás toda una fuerza arrastrada con años, nadie pensaba que pudiera terminar así el recital, casi como si con él no fuera la cosa, se levantó una interpretación capaz de levantar al público de su asiento: con lo difícil que es eso en una ciudad como Madrid y una plaza como El Comercial. Poeta que vale para todo, sin duda, y que nadie olvide, ha escrito en Réquiem para un hombre cualquiera, un libro de los que darán que hablar.
 
 
Manuel Lacarta, David Morello y Pablo Méndez
 
            Yo volveré pronto a uno de estos encuentros que ya echaba de menos, a no ser que me llamen de Televisión Española y me pongan a presentar un telediario, entonces nuestros actos de poesía y David Morello en primer lugar ¡¡¡¡¡¡¡¡¡SALDRAN POR TELEVISIÓN!!!!!!!!

 
Nieves González

domingo, 7 de julio de 2013

Morir de poesía: Festival de Vitruvio


 
 
A mí los festivales que hace Ediciones Vitruvio me dan un poco de miedo, sí ya sé que está garantizada la buena poesía, pero tienen algo de descomunal que los hace peligrosos. El año pasado el aforo se desbordó y era difícil moverse por la sala noble del Café Comercial: el tema trataba de Ángel González y la presencia de su viuda, la enigmática Susana lo hizo incomparable. Este año los Vitruvios han sabido contener el aforo y por lo menos se podía andar por la sala pero el calor ha sido asfixiante, sobre todo en los primeros momentos. Cierto que la elevada cantidad de poetas llegado de toda España lo convierten en único, sobre todo por lo comprimido, hay otros festivales que duran tres o cuatro días y se hacen dispersos, en la propuesta de Vitruvio es todo en una tarde, poetas y poetas que leen su poema y es casi como una borrachera de versos que vienen y van.
            Ayer no faltó emoción y voces maravillosas… es una suerte descubrir al poeta ecuatoriano Augusto Rodríguez, acierta Pablo Méndez en buscar en la poesía de Hispanoamérica, ahí allí muchísimos poetas grandes y diferentes: y Augusto Rodríguez es uno de ellos. Beatriz Villacañas leyó unos poemas breves y serán publicados pronto, de Javier Magano ya no sé que decir: me han hablado de él y estoy deseando leer su libro que debe estar ya cerca, Lola de la Serna es una de las voces femeninas más interesantes del panorama actual sin duda, Fernando López Guisado tenía en los ojos un extraño brillo que compartía con su mujer y no sé a qué se debe, traté de preguntárselo al final pero no estaba: algo se trama, seguro. Ana Ares hizo doblete, primero con un poema suyo y al final leyendo a Cernuda, que fue el invitado ausente de la noche. Paco Moral es una de mis debilidades y estuvo como siempre espléndido: es un huracán de poesía y solo su voz llena la atmosfera del Comercial. Alberto Infante es otro grande de la noche y a mí siempre me ha parecido un actor de película americana, Ramón Hernández es una de las estrellas más lucidoras que revolotean por el Café Comercial y cuando dijeron su nombre se notó admiración en la sala. María José Pérez Grange leyó un poema muy hermoso y después de ella Virginia Nielfa, de la que no tenía conocimiento alguno y fue una de las sorpresas de la tarde, me dijeron que acaba de publicar libro, fui al término a por un ejemplar y ya no tenían. Luego le llegó el turno a María de la O Guillén, poeta casi secreta, muy buena, de la que leí hace unas semanas su Una onda en movimiento y me pareció deslumbrante. Después Pablo Villa, Alfredo Piquer y Alvaro Fierro, Pablo Villa es un poeta muy admirado en la sierra de Madrid, su poesía mira hacia lo rural y lo humano y el texto en prosa que leyó gustó mucho, Alfredo Piquer es un clásico de la noche poética madrileña y su voz, sabemos, un río de originalidad, Alvaro Fierro tiene también algo de actor pero centro europeo, galante y muy vivo.
            A este punto el calor pareció ceder un poco y empecé a creer que salvaría la vida, desde luego una muerte por asfixia rodeada de todos estos poetas me parece de lo más chic, y muy moderno: la verdad. Pero tengo una hija de diecisiete años y un marido y creo que algo me estiman, no porque aporte dinero a casa porque aprovecho para decir que sigo en el paro y no me llaman para trabajar ni limpiando los suelos de alguna redacción de periódico: yo que tanto…. Pero ¡bueno! volvamos al festival Vitruviano que es el tema del día ¡lecha! Joan Payeras es el ganador del premio Café Comercial del año pasado y su presencia era inevitable, su poesía es lúcida como pocas, María Juristo no se queda solo en novelista y demostró que también la poesía esta dentro de su gran universo de creadora, y Nieves Chillón fue otra de las sorpresas, venida de Granada y autora del libro Rasguños me parece una autora a la que seguir de cerca. Dolors Alberola ha tenido un año de éxitos y ha sido estupendo escucharla, Manuel Aguilera leyó un poema de su libro, Calle de la mar sin número, y ¡Olé! ese sí que fui a cogerlo y me lo llevé puesto, es un libro que se crece en una mirada al mar cotidiana y fresca. Domingo Failde me parece otro de los platos de lujo del festival y del catálogo de Vitruvio, uno de los mejores poetas que tenemos: escucharle es un placer. Después Santiago López Navia que tiene una voz y una poesía siempre elegante y me hizo ilusión encontrarlo: lo conozco del mundo universitario aunque creo que él no me recuerda. Modesto González me parece uno de los mejores sonetistas que pululan por el parnaso de ahora, yo no soy una enamorada del soneto la verdad, pero reconozco al que sabe hacerlo. Luego leyó David Minayo: primera noticia que tengo de este chico que leyó un poema muy aplaudido: fui de nuevo a la mesa pero me dijeron que se trataba de un libro futuro, así que esperaré y punto. Carlos Guerrero me parece otra voz a tener en cuenta, una mirada personal irónica y deslenguada que está cada vez acertando con mayor integridad. María del Valle Rubio nos trajo un poema de su libro Cibernáculo, siempre es bueno un trocito de Sevilla en el Comercial. Paola Herrera es un volcán, una voz que llega de la poesía erótica y redondea un círculo de pasión y sensualidad, recuerdo que en otro acto similar hizo lo mismo pero andando por la sala y fue mucho más explosivo. Antonio Machado Sanz calmó el ambiente con un poema evocador y nostálgico y Jesús Ayer puso el punto elevador, divino y procesional que siempre se agradece porque hay que saber andar en direcciones varias.
            Llegados a este punto la poesía se convierte en una especie de carrusel, unos suben otros bajan y el oyente no sabe con que poeta irse a cenar, acostarse o simplemente pedirle otra lectura a la luz de luna en otro mundo. Eduardo Merino es uno de esos, nos valdría para todo: años estuve comprándole libros en la Facultad de Derecho y de repente un día me lo encuentro leyendo y haciendo buena poesía. Le siguieron Antonio Daganzo y Alfonso Berrocal, Daganzo es ese chico que las madres quieremos casar con nuestras hijas, ¡no me digan que no! aquí lo hace todo y todo bien, prepara el festival, recibe a los autores, los despide y encima se sube a la tarima y lee un poema extraordinario. ¿De dónde saca Pablito Méndez estos niños? eso es un misterio de respuesta imposible… y Berrocal, ganas tengo de cogerlo por banda, es el más huidizo, antiguo y misterioso de los Vitruvios, cuando su libro Asceta, que fue todo un éxito en su tiempo ya me pareció un descubrimiento, eso sí, entonces tenía un increíble parecido a un actor de serie americana para adolescentes que se llamaban Sensación de vivir o una vulgaridad de esas. Y después Elgarresta, la nota de filosofía elevada y rectangular, un poeta como la copa de un pino que se ha hecho con los años imprescindible.
            Cuando ya parecía que las sorpresas eran imposibles aparició Luis Rosales Fouz que leyó un poema de su padre, claro. Emotivo, sereno, elegante… Luis Rosales hijo es un verdadero lujo leyendo a su padre: aquellos de las voces que se repiten de padre a hijo. Y Siguiendo con los hijos, con los padres, José Luis Fernández Hernán leyó un poema en prosa inteligente, en un pequeño texto poético todo un ensayo sobre las generaciones, las ausencias y la poesía.
            Después para acabar ya se ha dicho, Ana Ares, leyó un texto genial y clásico de Luis Cernuda. En su voz parecía renacido Cernuda, con aquella pose, aquella figura, aquella marca de poeta estratosférico, inolvidable…
            Cuando Pablo Méndez despidió el acto y nos citó para el primero del próximo curso, allá en septiembre, se nos había olvidado el calor y teníamos en la memoria un número enorme de poesía para soñar con ella camino a casa.
            Festival de poesía único como siempre, y esperando ya el del año que viene.
 
 
Nieves González

martes, 7 de mayo de 2013

Más Raúl Nieto que nunca


Dicen por ahí que está a punto de ser padre, el caso es que Raúl Nieto de la Torre acaba de presentar su último libro, Los pozos del deseo, y la presentación no pudo ser más bulliciosa e interesante. Por un lado los Vitruvios más felices que nunca, Pablo Méndez contó como conoció a Raúl, una historia curiosilla de un premio de Majadahonda que yo ya creo haberle escuchado a Méndez más veces, ¿repetición? pero es hermoso igualmente. Por otro afamados novelistas como Luis Landero que me dicen presentó hace años el famoso primer libro de Raúl, Zapatos de andar calles vacías y entre medias Antonio Ferrer aclarando algunos aspectos, no muchos, del libro.

 
Expectación antes de empezar el acto

            Y es que Los pozos del deseo es un libro de amor. Hasta tal punto resulta amorosa la propuesta que está intercalado con textos del diario de la amada, Melissa, que lució en el acto su avanzado estado de gestación y no evitó algún rostro de sonrojo cuando se hablaba de ella desde la mesa. Los pozos del deseo es una obra que va ganando fuerza conforme avanzan los poemas, la poesía de Nieto es sutil, clara, sencilla, bien armada, dulce, feliz y dolorosa, muy de la marca Vitruvio en sus mejores galas y muy de nuestro tiempo que se agradece.

            Raúl nieto empezó la lectura algo visitado por las circunstancias pero después del primer o segundo poema se vino arriba y al final nadie quería que terminara el acto, ya en casa, con el libro encima de la mesa, me he dejado llevar como pocas veces por una poesía misteriosa, festiva en lo más ardoroso de la palabra, llena de luces y entretelas, heredera de Ángel González, y con trabajo, con mucho trabajo en cada verso, en cada poema terminado.

 
Antonio Ferrer, Raúl Nieto de la Torre y Pablo Méndez
 
            Fueron muchos los poetas que por allí estaban, Pedro Antonio González Moreno, Antonio Daganzo del que me dicen ya ha terminado su libro de música y tiene pendiente una firma con la editorial Planeta ¿saldrá para Navidades?, Alfonso Berrocal que llevaba años sin ser visto por estos lares y al que conocí una noche de lluvia allá por los finales del siglo pasado: tan encantador como siempre, Paco Caro, Rafael Soler, José Elgarresta, Alberto Infante, Federico Leal ¿lo conocí también aquella noche de lluvia? (por ahí debió andar), María López, Viktor Gómez, Manuel Martínez…

            Muchos de los que fueron me hablan maravillas de Raúl Nieto de la Torre, están en lo cierto creo yo, el que dude ya sabe: Los pozos del deseo le hará dichoso o incrédulo para siempre.
 
Nieves González Marín

martes, 30 de abril de 2013

Palabras de aire, voz de llegada. Entrevista a Pablo Méndez


            A Pablo Méndez lo he mencionado ya varias veces por ser el editor de una de las mejores colecciones de libros de poesía, como es Baños del Carmen, perteneciente a Ediciones Vitruvio. Hasta el momento no ha habido lugar para comentar que también es uno de los mejores poetas del panorama nacional, conocido quizás sobre todo por su premiado Ana Frank no puede ver la luna. Sin embargo, esta vez he tenido el lujazo de hablar con él acerca de su faceta poética con motivo del XXº aniversario de la publicación de su primer libro Palabras de aire. No todos los días tiene uno la oportunidad de preguntar lo que quiera a un poeta de esta talla, así que aquí transcribo la conversación que tuvimos porque, en mi opinión, no tiene desperdicio.
-En primer lugar, ¿cómo surgió tu vocación por la poesía?
Yo he escrito desde niño. La verdad es que no te sé decir ni cuándo empecé ni por qué, porque siempre me recuerdo escribiendo poesía. Tengo un medio poema escondido y guardado en casa que compuse con casi siete años. Así que siempre me gustó escribir; aunque luego hubo algún acontecimiento en mi vida que me hizo ya hacerlo de forma compulsiva, a todas horas, casi en todas partes. Pero lo que es escribir siempre me gustó y siempre lo hice.
 
Palabras de aire. Ed. FLH, Córdoba, 1993
 
 
- Y ¿cuál fue ese acontecimiento, si se puede saber?
Me echaron del Colegio San Agustín, que era un colegio donde estaba muy feliz y estaba a gusto, aunque no estudiaba y suspendía. Cuando llegué al otro colegio tuve una sensación como de exilio, de nostalgia, de no estar donde debía, de mirar todo aquello como una cosa pasada feliz… y yo creo que la poesía se me hizo mayor después de todo eso.
- Has dicho que fuiste mal estudiante, pero en Literatura destacarías… ¿o tampoco?
Sí, en literatura destaqué al final; pero realmente es verdad que sí fui muy mal estudiante toda la vida. Lo que no tuve, tristemente, fue un profesor bueno, que me orientara, que me ayudara, que tuviera interés por lo que yo escribía; me faltó la figura que yo ahora veo mucho, porque tengo muchos autores y muchos amigos que son así, es decir, la figura de un poeta o de un profesor que le gustara la idea de tener ahí un chico que escribiera poesía. Y eso lo pagué quizá en los últimos años con cierta soberbia con respecto a los profesores que tenía, y pensaba que sabían menos que yo. Yo creo que sabían menos que yo en este caso.
- En ocasiones hablas de Una fecha hacia la nada como tu primer libro. Entonces, ¿consideras Palabras de aire solo una tentativa?
Sí, claro. Palabras de aire salió cuando yo era muy joven, y la verdad es que es un libro muy adolescente. Cuando estaba yo ahí en ese momento me pareció muy importante; y ahora me hace ilusión lo de los veinte años, porque es uno de esos libros que luego los miras con cariño cuando pasa el tiempo y los quieres. Pero... sí, lo considero una primera tentativa, una voz de llegada.
 
Pablo Méndez un año después de publicar Palabras de aire, con Juan Carlos Mestre y Ángel Guinda
 
 
-¿Cómo conseguiste publicar tu primer libro? Contactos, financiación…
Fíjate, buena pregunta. Pues yo formaba parte de una asociación muy divertida entonces que se llamaba Asociación Fraternidad Literaria y Humana, (un nombre así muy raro, pero no era nada religioso ni extraño, que parece que tenía nombre como de secta, pero no lo era) y hacía en Córdoba una revista muy bonita, con mucha economía de medios, que se llamaba Madinat Al Zhara, donde yo escribía mucho, les mandaba mis poemas y me los publicaban. Entonces tuvieron un proyecto muy interesante, para el que creo que contaban con alguna subvención, que era llevar la poesía a los pueblos pequeños tanto de Castilla La Mancha como de Andalucía, publicando un par de libros (uno era el mío y el otro, una novela) y esos dos libros ir presentándolos por los distintos pueblos. A mí cuando me contaron ese proyecto me gustó mucho la idea de escribir y que contaran conmigo para todo. Luego estos proyectos, como siempre, se quedan a la mitad, pero gracias a Dios se publicó mi libro y después sí, fuimos a un par de pueblos, yo creo que a tres, y ahí se quedó. Pero fue una experiencia muy enriquecedora. La idea era muy sencilla, pero bueno.
-¿Significó esta publicación un antes y un después? ¿En qué sentido?
Pues sí, para mí fue importantísimo. Pues, fíjate, por lo que estábamos hablando antes: un niño que está en 3º de B.U.P, como estaba yo entonces, en un colegio además muy pequeño, mal estudiante, y de repente publica un libro con todo lo que eso significa, es decir, tener que ir a presentarlo fuera de tu ciudad… claro, aquello para mí fue muy importante. Fue como descubrir otra vez la vida, descubrir que había una vida que me esperaba detrás muy emocionante, que yo ya llegué a pensar que no la había. Pero la había y estaba siempre detrás de la poesía.
- Y a la hora de proyectar  tu vida, ¿cómo influyó?
Me ayudó a conocer el mundo de la poesía, que es muy complicado, y yo creo que hay que conocerlo bien, porque ahora hay gente joven que me da la sensación de que no lo conocen del todo. El poder conocerlo desde muy pronto me ayudó a tener las cosas claras con respecto al futuro, porque en esos años tomé la decisión de que quería vivir de la poesía sí o sí. Era lo que más me gustaba, llevaba unos años que no hacía otra cosa más que leer poesía a todas horas, en todos sitios y a todos los autores de una forma obsesiva y brutal. Descomunal, vamos. Así que decidí que lo único que quería hacer en la vida era vivir vinculado a la poesía.
- ¿Te reconoces en los poemas de entonces? ¿Qué queda de aquel Pablo Méndez?
Muy poco. Palabras de aire se publicó en el 93, tardó en publicarse como mínimo seis, siete meses; o sea, que lo podían haber publicado prácticamente en el 92. En Cadena perpetua, que es el libro donde yo he recogido toda mi obra, hay dos o tres poemas de ese libro, que son los que a mí me gustan, pero de forma muy velada.
- ¿En qué ha cambiado?
No lo sé, porque lo que cambia uno no lo ve uno mismo. También estamos hablando de un niño, ¿no? porque con esa edad… La verdad es que no lo sé.
- Llevando una editorial de poesía, ¿no sientes cierta envidia sana cuando lees poemas brillantes de otro escritor? ¿o crees que leer tanta poesía por tu profesión te ayuda a su vez a ser mejor poeta?
Envidia sana no, todo lo contrario. Me alegra mucho cuando leo buenos poemas de otros autores, es más, es lo que busco, para luego poderlos publicar. O sea, que estoy siempre deseando leer poemas buenos. Y no creo que el estar leyendo poesía todo el día sea bueno para mi obra. En general, creo que no te ayuda leer poesía una vez que ha pasado tiempo, sino que hay unos años en los que es muy importante leer mucha poesía cuando uno está empezando a descubrirla, a ser poeta, digamos. Y años largos. No hablo de dos o de tres, sino… quince. Pero después ya uno sigue leyendo por placer, pero no creo que sea fundamental en su obra, siempre y cuando lo haya hecho mucho tiempo y lo haya hecho bien.
- ¿Qué tal compaginas tu vida de poeta, con la de editor y la personal?
Regular. Pienso que si no fuera editor escribiría más y me ocuparía más de mi poesía. Pero va por etapas, ahora estoy en un momento en el que estoy consiguiendo escribir más, pero ha habido momentos en que se me ha hecho muy cuesta arriba, porque estar todo el día con la poesía de otros te quita las ganas de luchar por la tuya. Va por etapas.
 
Pablo Méndez en el Rincón de don Antonio, Café Comercial, 2012
 
- Me consta que tu segunda pasión es el fútbol, ¿tiene alguna relación este deporte con la poesía?
(Risas) Bueno, eso es un debate que últimamente está muy de moda, por lo menos en mi entorno. Pero yo sí que creo que el fútbol y la poesía tienen cosas semejantes, algunas muy poéticas y algunas muy sencillas. Pero, mira, te voy una decir una cosa que me parece igual en la poesía que en el fútbol y, además, tiene algo de filosófico. Cuando uno está jugando al fútbol y mete un gol, aunque esté jugando en el Bernabéu o en el callejón de detrás de su casa, siente algo especial, ¿no? Tú eres un niño, estás ahí jugando con tus amigos… ¡pumba! metes gol: vives algo especial, algo distinto a todo; y eso, tanto jugando en un patio como jugando en el Bernabéu. Bueno, pues un poeta cuando termina un poema a veces siente también algo especial, y ese sentimiento es el mismo en un poeta que empieza que en un poeta que es Premio Nobel. Creo que es algo similar en el fútbol y en la poesía. Y pienso que hay más cosas, ¿eh? Pero esa es una muy bonita, en la que no habías pensado.
- ¿En qué estás trabajando ahora? ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Bueno pues estoy terminando un libro de poesía, que quiero publicar en enero del año que viene -siempre publico los libros en enero- si este verano puedo trabajar con el cuidado y el tiempo que espero.
- Pablo, ¿qué le dirías a una persona joven como tú eras entonces, que siente interés por la poesía, siente despertar su vocación?
Pues que lea mucho, que no tenga vergüenza de declarar al mundo su deseo, su gusto y su amor por ser poeta,  que lo pase bien, y que disfrute mucho de la poesía. Eso es todo.
            Espero que os haya resultado interesante.

                                                                                                                       Helena Suárez



miércoles, 17 de abril de 2013

Homenaje a Luis Cernuda en El Comercial

    Como ya adelanté en su día, el pasado 22 de marzo con motivo de la publicación por Ediciones Vitruvio de la última edición de La realidad y el deseo de Luis Cernuda se congregó en el Café Comercial una multitud poetas y admiradores para recordarle.
 
 
Ana Ares, una de las primeras participantes
 
    Se trata de la obra en la que el artista, ligado tradicionalmente a la Generación del 27, fue agrupando su corpus poético. Ya, cuando se publicó por primera vez en 1936, Federico García Lorca dijo en el homenaje que se hizo para tal ocasión que «La realidad y el deseo me ha vencido con su perfección sin mácula, con su amorosa agonía encadenada, con su ira y sus piedras de sombra.» En ella encontramos poemas de soledad, de nostalgia por los momentos de la niñez, de belleza idealizada, de amor entendido como algo grandioso, de amor visto como un sentimiento martirizante, de anhelo de juventud eterna, de naturaleza paradisiaca.
 
 
Pablo Méndez reconoció que llevaba años soñando esta edición
 
 
El gran novelista y poeta Ramón Hernández, siempre genial
 
    Pablo Méndez reconoció que este es uno de los libros que siempre había querido editar: “Siempre lo he tenido entre ceja y ceja, y ha costado tres o cuatro años de trabajar de rato libre en rato libre. Ha sido difícil, pero estoy muy contento con el resultado, porque es la edición más cómoda y cuidada que hay ahora mismo en el mercado.” Además, una particularidad de esta edición es que al final salen todos los poetas de la editorial, “salvo las nuevas adquisiciones, que no les ha dado tiempo a salir”, añadió. Sobre esto, Eduardo Merino exclamó en cuanto tuvo oportunidad: “¡Qué suerte tenemos que gracias a Pablo podemos aparecer en un catálogo junto a este fenómeno!
 
 
David Morello lee un poema de Cernuda
 
    Seguidamente, cada poeta de los allí reunidos tuvo la oportunidad de dedicar unas palabras a la memoria de Luis Cernuda y de recitar uno de sus poemas. Paco Moral lo describió como “uno de los grandes libros de uno los mejores autores de siempre de lengua castellana, pero con un defecto: coincidir con la gran generación del 27 con Lorca y Alberti, y tres pecados: ser antifascista, homosexual y poeta”. Javier García Magano, por su parte, declaró que admiraba su coraje vital. César Cortijo, en cambio, admitió que “no ha sido uno de mis poetas favoritos hasta hace poco, cinco o seis años” y subrayó que de las tres vertientes de la poesía cernudiana, a saber, romántica, melancólica y política, esta última era la que más le interesaba. A parte de los escritores mencionados, también intervinieron Alberto Infante, Fernando López Guisado, Ana Ares, Hilario Martínez Nebreda, Ángel Rodríguez Abad, Ramón Hernández, María José Pérez Grange, Raúl Nieto de la Torre, Antolín Amador, Lola de la Serna, Jesús Ayet, Alfredo Gómez Gil, José Luis Torrego, David Morello, Javier Cristóbal, Miguel Velayos, Aurora Auñón, María de la O Guillén, Miguel Cuerdo Mir, Pablo Jiménez, Antonio Daganzo, Alfonso Berrocal,  y Mercedes Rodríguez de la Torre.
 
    Los libros vendidos ese día corrieron la fortuna de llevar estampada la firma de su autor Luis Cernuda, gracias a un sello de caucho fabricado a tal efecto, que tras finalizar el acto fue destruido.
 
    Me despido invitándoos a redescubrir a este genio de nuestra literatura, compartiendo con vosotros el poema IV del capítulo “Donde habite el olvido”.
 

Yo fui.

Columna ardiente, luna de primavera,
mar dorado, ojos grandes.
Busqué lo que pensaba;
pensé, como al amanecer en sueño lánguido,
lo que pinta el deseo en días adolescentes.
Canté, subí,
fui luz un día
arrastrado en la llama.

Como un golpe de viento
que deshace la sombra,
caí en lo negro,
en el mundo insaciable.
He sido.

 

            Hasta pronto.

Helena Suárez



martes, 16 de abril de 2013

Fría luz de Mallorca


  Después de este paréntesis ocasionado por la Semana Santa y la Pascua que nos ha valido para descansar y retomar fuerzas, vuelvo para contaros algunos eventos que ocurrieron antes de las vacaciones, pero por su trascendencia en el mundo de la poesía no han de caer tan pronto en el olvido. El primero, al que dedicaré esta entrada, es la presentación del Premio Café Comercial La luz y el frío de Joan Payeras, el segundo, la salida al mercado de una nueva edición de La realidad y el deseo de Luis Cernuda, que comentaré próximamente.
   En efecto, el pasado 15 de marzo tuvimos la oportunidad de conocer por primera vez el poemario vencedor del concurso que convocaron Ediciones Vitruvio y el Café Comercial el pasado año y cuyo fallo tuvo lugar el 14 de diciembre. Pablo Méndez abrió el acto, hablándonos del certamen: nos contó que fue una experiencia muy bonita, que tuvo tal éxito que el sótano del Café estaba abarrotado, pero que “lo más bonito fue cuando fallamos el premio, porque el libro ganador es maravilloso”. Terminó su intervención agradeciendo al autor, Joan Payeras, que viniera desde Palma de Mallorca, de donde es natural, y exclamó amigablemente, “¡a ver si se anima a venirse a vivir a Madrid!”, insinuando que hacía falta una voz como la suya en la Capital.
 
  Fernando Vera, por parte del Café Comercial, aseguró que “el Premio había sido generado por la idea de Pablo”, se mostró contento con que esa sala donde se celebraba estuviera dedicada a los poetas, y confesó que “dentro del Café es como un oasis”. Del mismo modo, como representante del sponsor Café Novell, David señaló lo vinculados que están la cultura y el café, puesto que en numerosas ocasiones una taza de esta bebida “va de la mano de la inspiración”.
 
 
Rafael Soler, Joan Payeras, Pablo Méndez, Fernando Vera, Andrés Jiménez y Raúl Nieto de la Torre
 
   «Qué inventará la noche, / ahora que la luz es amarrarse a ti…» A Rafael Soler, integrante del jurado, le bastó citar estos dos versos de Joan Payeras para justificar ampliamente el resultado de las votaciones. Por el contrario, Raúl Nieto de la Torre, presidente del jurado, nos facilitó más detalles: “Este libro me cautivó desde el primer momento y lo sentí muy mío, porque toca algo muy personal”. Ciertamente describió los poemas apuntando que “no se andan con rodeos” y además que “parecen querer cobijarse en el lector, y allí dentro seguir viviendo”. Tal es así que “algunos poemas seguían dándome vueltas en la cabeza, como una melodía pegadiza”, confesó. En relación a su contenido, advirtió la alusión constante al silencio, pero de igual forma “si no hubiera nada, no habría sitio para la escritura”. Entonces se aventuró a imaginar que “Joan era de los que levantaba piedras en el campo”, debido a que, a su modo de ver, “más tarde levanta piedras mucho más peligrosas”, refiriéndose a su poema “Aquí, ahora”, que comienza: «Alguien se suicida y te sientes ofendido. ¿Qué creía saber él que tú no sepas?...». “Me llamó la atención cómo podía llegar a ser él mismo en cuanto a personalidad poética desde muchas voces”, afirmó. También mencionó la cita de San Juan de la Cruz que abre el poemario, a saber, «Para venir a lo que no sabes, / has de ir por donde no sabes. / Para venir a lo que no eres, / has de ir por donde no eres» y observó que “necesariamente tenemos que perdernos para encontrar el camino, y es cuando pasan cosas interesantes”. Para terminar, advirtió que evoca repetidamente lo escondido y, en general, lo oculto: “Nos entrega generosamente un montón de lugares desconocidos”, concluyó.
 
 
  Por fin llegó el turno de que Joan Payeras diera a conocer al público asistente –entre el que se hallaban reputados poetas– ese libro suyo que se alzó victorioso de entre más de doscientos ejemplares: “Hoy es un día en que tengo que agradecer muchas cosas a mucha gente, entre ellas, el haber elegido mi libro y haberlo leído con tan buenos ojos”. Por su parte, reconoció que frecuentemente cuando echaba la vista atrás a lo que había escrito, siempre le parecía que le sobraban cosas, pero que con La luz y el frío le había ocurrido menos que en las anteriores ocasiones. “Yo escribo cuando tengo un tema y un tono que aparecen como una sola cosa” y, en este caso, “el tema mayoritario es el paso del tiempo, la memoria como asidero para luchar contra este, y la pérdida”. Sin embargo, aunque opina que posiblemente sea el más serio de los poemarios que ha escrito, no quiere que se lea en clave pesimista, porque “esa visión nostálgica hacia el tiempo que pasa no se debe sino al inmenso amor que se tiene por la vida”. También justificó la búsqueda expresada en la cita de S. Juan de la Cruz en que “escribo para saber de mí mismo, de los que me rodean, para saber de lo que pasa”. Después pudimos escuchar de viva voz los poemas “Ideal” –al que considera una declaración de intenciones–, “Teseo”, “Veintiséis de diciembre”, “La caricia”, “Tarde de enero”, “Last track” y “Relatividad”. Como bis, Pablo Méndez le solicitó “Lector junto al cauce”.
 
 
Joan Payeras, autor de La luz y el frío
 
  Como prueba de la poesía minimalista y depurada, a la par que enérgica y rotunda, de este autor que el Premio de Poesía Café Comercial me ha descubierto, os presento:
 
  Acto de fe


  Tu mano entre mis manos,
  mientras  tras las paredes
  la ciudad es silencio y frío,
  lejos de esta ilusión,
  de esta victoria, de este engaño.
  De esta última posibilidad
  desesperada
  de parar el tiempo.

 Espero que la disfrutéis.
Antes de dejaros os anuncio que ya se está gestando la nueva edición de este Premio de Poesía, así que animo a que los que se vean capacitados para ello a que vayan preparando sus manuscritos, porque en este país se necesitan más voces tan fuertes e intensas como la de Joan Payeras.

Hasta pronto.

Helena Suárez


domingo, 31 de marzo de 2013

Lo que lluviosa la noche quiso contar


            La última presentación a la que asistí tuvo lugar en la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, situada en la calle Leganitos nº 10 y fundada en 1871. Fue el pasado jueves 7 de mayo, -día lluvioso donde los haya- y se trataba del último poemario de la escritora María Juristo, es decir, Cuanto dijo la noche.

            Como introducción, Pablo Méndez contó una anécdota que le sucedió con el presentador José López Martínez: “Un día, que llovía como hoy, le tuve que obligar a llevarse un paraguas cuando salía de la editorial, porque no quería y en ese momento tampoco llovía demasiado; hizo bien en hacerme caso, porque en cuanto salió del portal calló una tromba de agua. Fue él quien me presentó a María Juristo, una autora con una voz distinta, original, que escribe una poesía no fácil, pero sí muy honda,” señaló.

A su vez, López Martínez dijo sobre la poeta que gozaba de “una madurez asentada sobre sus propias vivencias pues, como expresa Goethe, «la vida tiene siempre recodos imprevisibles»” que, por supuesto, influyen en la poesía de Juristo. También nos anunció que veía en su literatura un “fortalecimiento creativo desde su novela Las falsas lágrimas de la Gioconda” y que “Cuanto Dijo la Noche, dividido en cinco partes complementarias y abarcadoras, es otra presencia apasionada de María Juristo, sin temor y con valentía”. Con este título “la autora nos sitúa en el punto exacto de su poesía, el momento de la noche” -durante el cual parece haber compuesto-, nos presenta periodos de “cansancio y búsqueda, va acumulando decepciones, dolor,” y describe aquello que normalmente “nadie escucha en la oscuridad: la rueda del tiempo y de la vida”, pues “cuando uno lee sus páginas asiste a una realidad poética nutrida con la reflexión y con la libertad”. En efecto, “el texto literario tiene su código y una grandeza que aleja de la mediocridad habitual en la vida diaria”, advirtió.

            A pesar de esto, el periodista observó que “la presencia de un libro, por muy cuidada que sea, debe ser objeto de crítica literaria”; no obstante, consideró mejor dejarla para otro momento, de un lado, porque una presentación “es un acto social”, y no es el lugar apropiado para esa tarea y, de otro, porque “quien realmente conoce el alcance del libro es el propio autor, y lo de los demás son solo aproximaciones”. Finalmente aseguró que “María Juristo siempre nos va a tener en vilo, tanto si se trata de un libro de poemas, como una novela o una canción”, porque “por los escondidos rincones de su cerebro duermen los hijos de su fantasía”, esperando a ser despertados ya sea en papel o en una partitura.

A continuación, Jesús Jiménez Reinaldo, profesor y también poeta, antes de comentar lo más sobresaliente de la obra de Juristo, compartió con los asistentes el hecho de que “cuando coincidía con María en alguna presentación, me recordaba que habíamos publicado en una editorial común”. Se refería a la editorial Devenir, donde ambos divulgaron sendos poemarios, a saber, La mística del fracaso uno, Descifrando la nada la otra. Posteriormente nos enumeró los grandes temas que, consideraba, había en Cuanto Dijo la noche: “el paso del tiempo, la muerte, el ser amado, la pervivencia de las palabras”, a través de ellos presenta una “mirada desgarrada hacia la voz del mundo”. Además, advirtió que las secciones que lo dividen llevan por título “un sintagma preposicional con «de»”, por lo que “son un tema de aproximación”; y destacó algunos de los poemas, como “En mis tres muertes”, que consideró el más significativo de la primera parte llamada Del sudor de la misericordia; en la segunda parte Del amor que me captura descifró una “voz poética haciendo referencia a un tú” con el que compartió un ayer, y alguna referencia al bíblico Cantar de los cantares; distinguió especialmente los poemas “Vasija de barro”, por su belleza, y “Venecia”, por su indagación del significado de la existencia. Este es rasgo un característico de los versos de María Juristo, a los que llega el ejercicio metafísico de la meta-literatura, fundamentalmente presente en Del alba oscura, la tercera parte. Algunas referencias a la Guerra Civil encontramos en De Pecios, la cuarta parte y en la quinta, Del mar y los vientos, utiliza estos elementos “herederos de la tradición cristiana y de los clásicos, como toda una alegoría de un anhelo infinito”. En definitiva, en palabras de Jiménez Reinaldo, “la poesía de María Juristo, atemporal la mayoría de las veces, se presenta para hablar de la condición humana mediante unos versos descarnados a la par que hermosos”.

Entonces, José López Martínez dio paso a la intervención de la autora que, en primer lugar, dio las gracias por haber comparecido “esta tan tarde desapacible” entre otros a los “compañeros que entienden mi poesía y me han acompañado en estos momentos literariamente difíciles”; en efecto, allí se encontraban grandes poetas como Emilio Porta, Lola de la Serna e Hilario Martínez Nebreda. Un colaborador suyo leyó unas “palabras previas” escritas por ella y el poema “En el sudor de la misericordia”. Después María Juristo recitó “Cuando un suave resplandor”, “Pasos”, “De forma imprevista”, “Dies Irae, Dies Illa” (dedicado a Ángeles Yagüe, que murió en su casa en un incendio; según nos contó la escritora, tenía un problema físico que le impedía andar con normalidad), “Tú, el invisible”, “Pasaron los años”, “Venecia”, “Vasija de barro”, “Empápame”, “Trébol de Haykus”, “Dirás”, “Empozado dolor”(del cual nos contó, a pesar de que no le gusta explicar los poemas y de que cree que no se deberían explicar nunca, que habla de un dolor muy fuerte que sufrió), “Habito el espacio”, “Moldeé el fuego”, “Se agachó mi boca”, “Sólo en la luz”, “Estupor”, “Quisiera ser”, “Tahona, barras de tahona”, “De gris”, “Trombas” (esta parte del libro «Del Mar y de los vientos» tiene que ver con su primer contacto con el mar Atlántico que, en palabras de la autora, “es un océano, un abismo, experiencia que quise retratar”), “De profundis clamabit” (un canto de misericordia y amor a las gentes de las pateras) “Vagabundo”,  Paso mi lengua”, “La pulpa del agua” y, por último,  a modo de canción andaluza, “La Mar estaba sola”.

Tras haber finalizado su parte, José López Martínez, que actuaba en esta ocasión como moderador, afirmó fascinado: “¡Qué bien lee sus poemas María Juristo! Después de escucharla recitar nos parece el libro mucho mejor”, y para clausurar el acto nos refirió una anécdota acerca del último libro que presentó Luis Rosales en el Círculo de Bellas Artes: “un crítico del ABC hizo el comentario y cuando terminó, el autor le dijo: ʺno tuve en cuenta nada de lo que has dicho, pese a que has hecho un trabajo admirableʺ. Esperemos que María Juristo no haya pensado lo mismo a cerca de los nuestros”.

Os dejo este poema de muestra.
 
María Juristo



Conjuro

  
No pude hacerme invisible
en el rincón de las sombras
para amarte tras el pórtico
de tu corazón violeta
sin que supieras de mí.

Ni albergar este secreto
en algún cubil del tiempo,
o en la inverniza neblina
que se desnuda en el mar.

No pude ser de tu luz,
la prohibición hecha fruto
que una insolente varita
descubriese tras el velo
de los dioses peregrinos
cuando en copas enjoyadas
absorbían la ambrosía ardiente
de los astros.

Mi piel,
del color de la quimera,
no lograba disfrazarse,
ser la túnica embozada
que protegiese del mundo
mi pasión amanecida.
Ni que advirtieras
que a solas,
eras, en mis penumbras,
el tumulto de la noche
cabalgando en mi deseo.

Más hoy,
sé de un conjuro tallado
sobre la gema del lirio.
Yo, milenaria en voces
a orilla de las montañas,
invoqué a la luz
debajo de los secretos
y oí el rumor
de los jacintos.

Preguntó por mí
a los hombres que adivinan
antes de salir el sol
para irradiarme toda
y fui a su encuentro
en el fondo de un espejo
que me amaba.

Canté un solo traspasado
por exhalaciones puras,
rocé la cúpula sacra
sin que mi boca sangrase
junto a las ángeles ciegos,
pinté la tuya
lamiendo mi piel
aprendiz en la tiniebla.

Y así acaeció el prodigio:
La luz, en mí,
tomó mi cuerpo umbrío,
me hizo suelo, muro
espacio duplicado.
Me hizo tu sombra.

 
¡Qué paséis una buena Semana Santa! Hasta pronto.

Helena Suárez