A Pablo Méndez lo he mencionado ya varias veces por ser
el editor de una de las mejores colecciones de libros de poesía, como es Baños
del Carmen, perteneciente a Ediciones Vitruvio. Hasta el momento no ha habido
lugar para comentar que también es uno de los mejores poetas del panorama
nacional, conocido quizás sobre todo por su premiado Ana Frank no puede ver la luna. Sin embargo, esta vez he tenido el
lujazo de hablar con él acerca de su faceta poética con motivo del XXº
aniversario de la publicación de su primer libro Palabras de aire. No todos los días tiene uno la oportunidad de
preguntar lo que quiera a un poeta de esta talla, así que aquí transcribo la
conversación que tuvimos porque, en mi opinión, no tiene desperdicio.
-En primer lugar, ¿cómo surgió tu vocación por la
poesía?
Yo he escrito desde niño. La verdad es que no te sé decir ni cuándo
empecé ni por qué, porque siempre me recuerdo escribiendo poesía. Tengo un
medio poema escondido y guardado en casa que compuse con casi siete años. Así
que siempre me gustó escribir; aunque luego hubo algún acontecimiento en mi
vida que me hizo ya hacerlo de forma compulsiva, a todas horas, casi en todas
partes. Pero lo que es escribir siempre me gustó y siempre lo hice.
Palabras de aire. Ed. FLH, Córdoba, 1993
- Y ¿cuál fue ese
acontecimiento, si se puede saber?
Me echaron del Colegio San Agustín, que era un colegio donde estaba muy
feliz y estaba a gusto, aunque no estudiaba y suspendía. Cuando llegué al otro
colegio tuve una sensación como de exilio, de nostalgia, de no estar donde
debía, de mirar todo aquello como una cosa pasada feliz… y yo creo que la
poesía se me hizo mayor después de todo eso.
- Has dicho que fuiste mal estudiante, pero en
Literatura destacarías… ¿o tampoco?
Sí, en literatura destaqué al final; pero realmente es verdad que sí fui
muy mal estudiante toda la vida. Lo que no tuve, tristemente, fue un profesor
bueno, que me orientara, que me ayudara, que tuviera interés por lo que yo
escribía; me faltó la figura que yo ahora veo mucho, porque tengo muchos
autores y muchos amigos que son así, es decir, la figura de un poeta o de un
profesor que le gustara la idea de tener ahí un chico que escribiera poesía. Y
eso lo pagué quizá en los últimos años con cierta soberbia con respecto a los
profesores que tenía, y pensaba que sabían menos que yo. Yo creo que sabían
menos que yo en este caso.
- En ocasiones hablas de Una fecha hacia la nada como tu primer
libro. Entonces, ¿consideras Palabras de
aire solo una tentativa?
Sí, claro. Palabras de aire
salió cuando yo era muy joven, y la verdad es que es un libro muy adolescente.
Cuando estaba yo ahí en ese momento me pareció muy importante; y ahora me hace ilusión
lo de los veinte años, porque es uno de esos libros que luego los miras con
cariño cuando pasa el tiempo y los quieres. Pero... sí, lo considero una
primera tentativa, una voz de llegada.
Pablo Méndez un año después de publicar Palabras de aire, con Juan Carlos Mestre y Ángel Guinda
-¿Cómo conseguiste publicar tu primer libro?
Contactos, financiación…
Fíjate, buena pregunta. Pues yo formaba parte de una asociación muy
divertida entonces que se llamaba Asociación
Fraternidad Literaria y Humana, (un nombre así muy raro, pero no era nada
religioso ni extraño, que parece que tenía nombre como de secta, pero no lo
era) y hacía en Córdoba una revista muy bonita, con mucha economía de medios,
que se llamaba Madinat Al Zhara,
donde yo escribía mucho, les mandaba mis poemas y me los publicaban. Entonces
tuvieron un proyecto muy interesante, para el que creo que contaban con alguna
subvención, que era llevar la poesía a los pueblos pequeños tanto de Castilla
La Mancha como de Andalucía, publicando un par de libros (uno era el mío y el
otro, una novela) y esos dos libros ir presentándolos por los distintos
pueblos. A mí cuando me contaron ese proyecto me gustó mucho la idea de
escribir y que contaran conmigo para todo. Luego estos proyectos, como siempre,
se quedan a la mitad, pero gracias a Dios se publicó mi libro y después sí,
fuimos a un par de pueblos, yo creo que a tres, y ahí se quedó. Pero fue una
experiencia muy enriquecedora. La idea era muy sencilla, pero bueno.
-¿Significó esta publicación un antes y un después?
¿En qué sentido?
Pues sí, para mí fue importantísimo. Pues, fíjate, por lo que estábamos
hablando antes: un niño que está en 3º de B.U.P, como estaba yo entonces, en un
colegio además muy pequeño, mal estudiante, y de repente publica un libro con
todo lo que eso significa, es decir, tener que ir a presentarlo fuera de tu
ciudad… claro, aquello para mí fue muy importante. Fue como descubrir otra vez
la vida, descubrir que había una vida que me esperaba detrás muy emocionante,
que yo ya llegué a pensar que no la había. Pero la había y estaba siempre
detrás de la poesía.
- Y a la hora de proyectar tu vida, ¿cómo influyó?
Me ayudó a conocer el mundo de la poesía, que es muy complicado, y yo
creo que hay que conocerlo bien, porque ahora hay gente joven que me da la
sensación de que no lo conocen del todo. El poder conocerlo desde muy pronto me
ayudó a tener las cosas claras con respecto al futuro, porque en esos años tomé
la decisión de que quería vivir de la poesía sí o sí. Era lo que más me
gustaba, llevaba unos años que no hacía otra cosa más que leer poesía a todas
horas, en todos sitios y a todos los autores de una forma obsesiva y brutal.
Descomunal, vamos. Así que decidí que lo único que quería hacer en la vida era
vivir vinculado a la poesía.
- ¿Te reconoces en los poemas de entonces? ¿Qué queda
de aquel Pablo Méndez?
Muy poco. Palabras de aire se
publicó en el 93, tardó en publicarse como mínimo seis, siete meses; o sea, que
lo podían haber publicado prácticamente en el 92. En Cadena perpetua, que es el libro donde yo he recogido toda mi obra,
hay dos o tres poemas de ese libro, que son los que a mí me gustan, pero de
forma muy velada.
- ¿En qué ha cambiado?
No lo sé, porque lo que cambia uno no lo ve uno mismo. También estamos
hablando de un niño, ¿no? porque con esa edad… La verdad es que no lo sé.
- Llevando una editorial de
poesía, ¿no sientes cierta envidia sana cuando lees poemas brillantes de otro
escritor? ¿o crees que leer tanta poesía por tu profesión te ayuda a su vez a
ser mejor poeta?
Envidia sana no, todo lo contrario. Me alegra mucho cuando leo buenos
poemas de otros autores, es más, es lo que busco, para luego poderlos publicar.
O sea, que estoy siempre deseando leer poemas buenos. Y no creo que el estar
leyendo poesía todo el día sea bueno para mi obra. En general, creo que no te
ayuda leer poesía una vez que ha pasado tiempo, sino que hay unos años en los
que es muy importante leer mucha poesía cuando uno está empezando a
descubrirla, a ser poeta, digamos. Y años largos. No hablo de dos o de tres,
sino… quince. Pero después ya uno sigue leyendo por placer, pero no creo que
sea fundamental en su obra, siempre y cuando lo haya hecho mucho tiempo y lo
haya hecho bien.
- ¿Qué tal compaginas tu vida de poeta, con la de
editor y la personal?
Regular. Pienso que si no fuera editor escribiría más y me ocuparía más
de mi poesía. Pero va por etapas, ahora estoy en un momento en el que estoy
consiguiendo escribir más, pero ha habido momentos en que se me ha hecho muy
cuesta arriba, porque estar todo el día con la poesía de otros te quita las
ganas de luchar por la tuya. Va por etapas.
Pablo Méndez en el Rincón de don Antonio, Café Comercial, 2012
- Me consta que tu segunda pasión es el fútbol, ¿tiene
alguna relación este deporte con la poesía?
(Risas) Bueno, eso es un debate que últimamente está muy de
moda, por lo menos en mi entorno. Pero yo sí que creo que el fútbol y la poesía
tienen cosas semejantes, algunas muy poéticas y algunas muy sencillas. Pero,
mira, te voy una decir una cosa que me parece igual en la poesía que en el
fútbol y, además, tiene algo de filosófico. Cuando uno está jugando al fútbol y
mete un gol, aunque esté jugando en el Bernabéu o en el callejón de detrás de
su casa, siente algo especial, ¿no? Tú eres un niño, estás ahí jugando con tus
amigos… ¡pumba! metes gol: vives algo especial, algo distinto a todo; y eso,
tanto jugando en un patio como jugando en el Bernabéu. Bueno, pues un poeta
cuando termina un poema a veces siente también algo especial, y ese sentimiento
es el mismo en un poeta que empieza que en un poeta que es Premio Nobel. Creo
que es algo similar en el fútbol y en la poesía. Y pienso que hay más cosas,
¿eh? Pero esa es una muy bonita, en la que no habías pensado.
- ¿En qué estás trabajando ahora? ¿Cuáles son tus
próximos proyectos?
Bueno pues estoy terminando un libro de poesía, que quiero publicar en
enero del año que viene -siempre publico los libros en enero- si este verano
puedo trabajar con el cuidado y el tiempo que espero.
- Pablo, ¿qué le dirías a
una persona joven como tú eras entonces, que siente interés por la poesía,
siente despertar su vocación?
Pues que lea mucho, que no tenga vergüenza de declarar al mundo su
deseo, su gusto y su amor por ser poeta,
que lo pase bien, y que disfrute mucho de la poesía. Eso es todo.
Espero que os haya resultado interesante.
Helena Suárez
Me he alegrado profundamente de haber descubierto tu interesante blog, máxime cuando he leído la entrevista que has realizado a Pablo Méndez.
ResponderEliminarSon muchas las razones que tengo para sentir por él un profundo afecto y admiración, tanto por su persona como por su valía. Así que desde este pequeño espacio le envío, si me lo permites, un fuerte abrazo.
Y para ti, Helena, mi enhorabuena por la entrevista y por las excelencias del trabajo que realizas.
Un cordial saludo.
Isabel F. Bernaldo de Quirós