domingo, 9 de marzo de 2014

Oh, siglo veinte, Oh poetas y poetas y poetas

Hay que reconocer que el caso de Pablo Méndez es sorprendente, yo diría que roza la genialidad. Publicar un primer libro de poesía con diecisiete años y con poco más de diecinueve construir, él solo, una editorial como Ediciones Vitruvio, editorial que ya en su número uno contaba con la autoría de una mujer imprescindible en la literatura de entonces y de siempre: Gloria Fuertes, es un caso casi de ciencia-ficción-poética. Pero es que además ya entonces tenía ideas atrevidas, y para dar a conocer aquel libro y la editorial organizó con sus amigos un sonado homenaje a Gloria Fuertes, fue en el Fnac de Madrid, un febrero de 1996 y allí le conocí yo.
            La editorial tenía ya entonces un aire muy valiente, y sus autores de aquellos primeros años eran muy distintos entre sí pero todos interesantes, recuerdo que estaba Ángeles Maeso, Alfonso Gil, José Elgarresta, Salustiano Masó… y entre los jóvenes, Alfonso Berrocal, Sergio Rodríguez, Alfonso Gota… eran poetas que apenas salvaban los veinte años y se pasaban horas y horas hablando de poesía. Yo les seguí mucho aquellos años, luego estuve viviendo en Nápoles y les perdí un poco de vista, pero al volver no tarde en recuperar el contacto.
            Todos eran buenos poetas, sin embargo desde el principio me gustó la poesía de Pablo Méndez y la de Alfonso Berrocal. Berrocal era celestial en aquellos años, todo misterio, filosofía, educación, timidez, su libro Asceta me acompañó durante meses… y Pablo Méndez era distinto, más charlatán, más revoltoso, pero capaz de llegar al centro de cada uno con su poesía y con su forma de ser poeta.
            Pues el pasado viernes, Pablo Méndez presentó el que algunos creemos es su mejor libro, Oh siglo veinte. Se sentó en un taburete, solo precedido de una breve introducción de Antonio Daganzo, y se puso a decir sus poemas con esa ternura, con esa vaga sensación de niño expulsado de no sé cuántos colegios que a él le divierte tanto y que creo yo, tiene más de literatura que de realidad.


Pablo Méndez presentando Oh, siglo veinte

            Oh, siglo veinte es un libro perpetrado como un mapa personal de quien se abre al exterior, después de leerlo te quedas como cuando ves una de esas viejas casas que han sufrido un accidente y se parten por la mitad, puedes ver los muebles, la televisión e incluso la cama… Méndez ha ido tejiendo la red de sus personajes principales para exponer tras ellos todo su mundo poético, un mundo que es muy humano y muy mágico al mismo tiempo. Lleno de narratividad en algunos casos y de concisión y literatura en otros. El poema La madre, con el que abrió el recital, es una maravilla que funciona como una novela: un poema de acción y al final una reflexión terrible sobre el amor más incondicional y gigantesco del mundo: lo digo yo por experiencia: el amor de una madre. En el libro hay poemas largos que cortan el viento y pinceladas irónicas, breves, que nos recuerdan al Pablo Méndez de libros anteriores.
            Y la lectura que hizo me pareció sorprendente. Después de verle tantas veces acompañando a los autores de Vitruvio, muy serio, como muy clásico, encima de una mesa lleno de falsa solemnidad, ayer que le tocaba a él, se sienta en un taburete y nos lee como si estuviera en el bar de una cantina de un instituto leyendo a los amigos que escucharon sus primeros versos, ¿y no es acaso eso el fin más digno de cualquier poeta? lo es cuando el poeta es un hombre sincero que necesita la poesía para vivir y para relacionarse con los demás. Oh, siglo veinte es una llamada al centro mismo de la poesía, la poesía cuando es nostalgia, homenaje, llanto, critica, evasión y nocturnidad, en este libro hay un poeta que alcanza una sorprendente madurez con la compañía de los libros siempre en cada mano.


Pablo Méndez y Antonio Daganzo hablan por teléfono con el mismísimo Antonio Machado

            Por allí estaban autores de peso, Miguel Galanes, Rafael Soler que tiene el don de la ubicuidad, Fernando López Guisado, Alfonso Berrocal, Daniel Benito, Elgarresta, Ramón Hernández, Alberto Infante, Fernández Hernán, Raúl Nieto de la Torre, Antonio Machado Sanz, Álvaro Petit: joven promesa vitruviana, Ana Ares, Paco Moral, Modesto González Lucas, Jesús Ayet, María José Perez Grange, David Minayo, Fernando García Román, Beatriz Villacañas, Hilario Martínez Nebrada, José María Carnero… en fin poetas y poetas y poetas, todos subidos a la pérdida de un siglo, o mejor dicho, a la recuperación de la memoria poética de todo un siglo que se reivindica con felicidad en las voz siempre sugerente de Pablo Méndez.



Nieves González