A
mí los festivales que hace Ediciones Vitruvio me dan un poco de miedo, sí ya sé
que está garantizada la buena poesía, pero tienen algo de descomunal que los
hace peligrosos. El año pasado el aforo se desbordó y era difícil moverse por
la sala noble del Café Comercial: el tema trataba de Ángel González y la
presencia de su viuda, la enigmática Susana lo hizo incomparable. Este año los
Vitruvios han sabido contener el aforo y por lo menos se podía andar por la
sala pero el calor ha sido asfixiante, sobre todo en los primeros momentos.
Cierto que la elevada cantidad de poetas llegado de toda España lo convierten
en único, sobre todo por lo comprimido, hay otros festivales que duran tres o
cuatro días y se hacen dispersos, en la propuesta de Vitruvio es todo en una
tarde, poetas y poetas que leen su poema y es casi como una borrachera de
versos que vienen y van.
Ayer no faltó emoción y voces maravillosas…
es una suerte descubrir al poeta ecuatoriano Augusto Rodríguez, acierta Pablo
Méndez en buscar en la poesía de Hispanoamérica, ahí allí muchísimos poetas
grandes y diferentes: y Augusto Rodríguez es uno de ellos. Beatriz Villacañas
leyó unos poemas breves y serán publicados pronto, de Javier Magano ya no sé
que decir: me han hablado de él y estoy deseando leer su libro que debe estar
ya cerca, Lola de la Serna es una de las voces femeninas más interesantes del
panorama actual sin duda, Fernando López Guisado tenía en los ojos un extraño
brillo que compartía con su mujer y no sé a qué se debe, traté de preguntárselo
al final pero no estaba: algo se trama, seguro. Ana Ares hizo doblete, primero
con un poema suyo y al final leyendo a Cernuda, que fue el invitado ausente de
la noche. Paco Moral es una de mis debilidades y estuvo como siempre
espléndido: es un huracán de poesía y solo su voz llena la atmosfera del
Comercial. Alberto Infante es otro grande de la noche y a mí siempre me ha
parecido un actor de película americana, Ramón Hernández es una de las
estrellas más lucidoras que revolotean por el Café Comercial y cuando dijeron
su nombre se notó admiración en la sala. María José Pérez Grange leyó un poema
muy hermoso y después de ella Virginia Nielfa, de la que no tenía conocimiento
alguno y fue una de las sorpresas de la tarde, me dijeron que acaba de publicar
libro, fui al término a por un ejemplar y ya no tenían. Luego le llegó el turno
a María de la O Guillén, poeta casi secreta, muy buena, de la que leí hace unas
semanas su Una onda en movimiento y
me pareció deslumbrante. Después Pablo Villa, Alfredo Piquer y Alvaro Fierro,
Pablo Villa es un poeta muy admirado en la sierra de Madrid, su poesía mira
hacia lo rural y lo humano y el texto en prosa que leyó gustó mucho, Alfredo
Piquer es un clásico de la noche poética madrileña y su voz, sabemos, un río de
originalidad, Alvaro Fierro tiene también algo de actor pero centro europeo,
galante y muy vivo.
A este punto el calor pareció ceder
un poco y empecé a creer que salvaría la vida, desde luego una muerte por
asfixia rodeada de todos estos poetas me parece de lo más chic, y muy moderno:
la verdad. Pero tengo una hija de diecisiete años y un marido y creo que algo
me estiman, no porque aporte dinero a casa porque aprovecho para decir que sigo
en el paro y no me llaman para trabajar ni limpiando los suelos de alguna
redacción de periódico: yo que tanto…. Pero ¡bueno! volvamos al festival
Vitruviano que es el tema del día ¡lecha! Joan Payeras es el ganador del premio
Café Comercial del año pasado y su presencia era inevitable, su poesía es
lúcida como pocas, María Juristo no se queda solo en novelista y demostró que
también la poesía esta dentro de su gran universo de creadora, y Nieves Chillón
fue otra de las sorpresas, venida de Granada y autora del libro Rasguños me parece una autora a la que
seguir de cerca. Dolors Alberola ha tenido un año de éxitos y ha sido estupendo
escucharla, Manuel Aguilera leyó un poema de su libro, Calle de la mar sin número, y ¡Olé! ese sí que fui a cogerlo y me
lo llevé puesto, es un libro que se crece en una mirada al mar cotidiana y
fresca. Domingo Failde me parece otro de los platos de lujo del festival y del
catálogo de Vitruvio, uno de los mejores poetas que tenemos: escucharle es un
placer. Después Santiago López Navia que tiene una voz y una poesía siempre
elegante y me hizo ilusión encontrarlo: lo conozco del mundo universitario
aunque creo que él no me recuerda. Modesto González me parece uno de los
mejores sonetistas que pululan por el parnaso de ahora, yo no soy una enamorada
del soneto la verdad, pero reconozco al que sabe hacerlo. Luego leyó David
Minayo: primera noticia que tengo de este chico que leyó un poema muy
aplaudido: fui de nuevo a la mesa pero me dijeron que se trataba de un libro
futuro, así que esperaré y punto. Carlos Guerrero me parece otra voz a tener en
cuenta, una mirada personal irónica y deslenguada que está cada vez acertando
con mayor integridad. María del Valle Rubio nos trajo un poema de su libro Cibernáculo, siempre es bueno un trocito
de Sevilla en el Comercial. Paola Herrera es un volcán, una voz que llega de la
poesía erótica y redondea un círculo de pasión y sensualidad, recuerdo que en
otro acto similar hizo lo mismo pero andando por la sala y fue mucho más
explosivo. Antonio Machado Sanz calmó el ambiente con un poema evocador y
nostálgico y Jesús Ayer puso el punto elevador, divino y procesional que
siempre se agradece porque hay que saber andar en direcciones varias.
Llegados a este punto la poesía se
convierte en una especie de carrusel, unos suben otros bajan y el oyente no
sabe con que poeta irse a cenar, acostarse o simplemente pedirle otra lectura a
la luz de luna en otro mundo. Eduardo Merino es uno de esos, nos valdría para
todo: años estuve comprándole libros en la Facultad de Derecho y de repente un
día me lo encuentro leyendo y haciendo buena poesía. Le siguieron Antonio
Daganzo y Alfonso Berrocal, Daganzo es ese chico que las madres quieremos casar
con nuestras hijas, ¡no me digan que no! aquí lo hace todo y todo bien, prepara
el festival, recibe a los autores, los despide y encima se sube a la tarima y
lee un poema extraordinario. ¿De dónde saca Pablito Méndez estos niños? eso es
un misterio de respuesta imposible… y Berrocal, ganas tengo de cogerlo por
banda, es el más huidizo, antiguo y misterioso de los Vitruvios, cuando su
libro Asceta, que fue todo un éxito
en su tiempo ya me pareció un descubrimiento, eso sí, entonces tenía un
increíble parecido a un actor de serie americana para adolescentes que se
llamaban Sensación de vivir o una
vulgaridad de esas. Y después Elgarresta, la nota de filosofía elevada y
rectangular, un poeta como la copa de un pino que se ha hecho con los años
imprescindible.
Cuando ya parecía que las sorpresas
eran imposibles aparició Luis Rosales Fouz que leyó un poema de su padre,
claro. Emotivo, sereno, elegante… Luis Rosales hijo es un verdadero lujo
leyendo a su padre: aquellos de las voces que se repiten de padre a hijo. Y
Siguiendo con los hijos, con los padres, José Luis Fernández Hernán leyó un
poema en prosa inteligente, en un pequeño texto poético todo un ensayo sobre
las generaciones, las ausencias y la poesía.
Después para acabar ya se ha dicho,
Ana Ares, leyó un texto genial y clásico de Luis Cernuda. En su voz parecía
renacido Cernuda, con aquella pose, aquella figura, aquella marca de poeta
estratosférico, inolvidable…
Cuando Pablo Méndez despidió el acto
y nos citó para el primero del próximo curso, allá en septiembre, se nos había
olvidado el calor y teníamos en la memoria un número enorme de poesía para
soñar con ella camino a casa.
Festival de poesía único como
siempre, y esperando ya el del año que viene.
Nieves González
Mi libro saldrá en enero, Nieves, y se llamará como el poema que leí: El amor en tiempos de los desguaces de coches. Espero que, si te haces con él, te encante. Si quieres puedes pasarte por mi blog: http://www.daviminayo.blogspot.com
ResponderEliminarUn abrazo fuerte!!
Nieves, muy bien tu crónica sobre el evento poético de Vitruvio. Pasamos una buena tarde de poesía. Lo único negativo fue el insoportable calor de Madrid.
ResponderEliminarUn saludo. Manuel Aguilera.