En esta ocasión nuestra
aventura poética ha transcurrido en un marco distinto, con motivo de la
reapertura de la mítica librería madrileña Fuentetaja en la calle San Bernardo
nº 35. Yo no tuve oportunidad de conocerla en su anterior andadura, pero el
actual establecimiento mantiene lo histórico del edificio y a su vez goza de un
aire moderno y minimalista, con la idea de que sea, más que una librería al uso
donde adquirir ejemplares, también un lugar agradable para disfrutar y
compartir la lectura, tomar café, y asistir a actos culturales. Así, el sótano del local, antigua bodega,
sirvió el pasado viernes como escenario a la presentación del segundo poemario
de Javier Cristóbal, a saber, “Feroces de
pensamiento”.
Pablo Méndez declaró a propósito de la reinauguración que
“esta librería tiene que estar abierta
porque es un sitio mágico”, recordando que la escritora Emilia Pardo Bazán
tuvo su casa en el inmueble, y sobre Javier Cristóbal que el libro iba a lograr
situarlo entre los poetas contemporáneos importantes.
El resto del acto transcurrió en un formato más de
entrevista radiofónica que realmente de presentación. Por supuesto se habló del
libro, pero se eliminó ese aire solemne y elevado que suelen tener, a cambio de
uno más fresco y vivo, espontáneo, sin que ello redundara en detrimento de la
calidad poética; todo lo contrario, el evento estuvo plagado de momentos
literarios exquisitos. El peso del discurso recaía a medias entre el
presentador Miguel Velayos y el autor, con breves intervenciones de cómplices
habidos entre el público.
“Os voy a invitar a acercaros a Feroces
de pensamiento” comenzó
Velayos. Javier Cristóbal se apresuró a aclarar las posibles
malinterpretaciones que este título podría generar: “Pretende ser una propuesta, pero no de violencia. La ferocidad es una
cualidad de las personas: no se pueden hacer cosas feroces, sino solo ser feroz
haciendo cosas.” “Y esta ferocidad va
avanzando a lo largo del libro”, comentó Velayos a propósito del poema Irrealidades que hace alusión a unos
versos de Rilke: «porque lo bello no es
sino el comienzo de lo terrible». “En
todo proceso hay una ferocidad y una pérdida,” explicó nuestro poeta, “lo bello hay que ganárselo. La belleza es
una conquista constante, y la soledad es una consecuencia directa de esta
ferocidad.”
Además
Velayos advirtió que en el poemario surgen distintos “personajes feroces: el sonámbulo, el extranjero, el heroinómano… personajes
marginales”, en definitiva. “Marginal
es un término ambiguo”, matizó Cristóbal, pues lo que busca es “transitar en los márgenes para construir el
propio espacio feroz.” Pero ¿en qué sentido es necesario construir un
espacio feroz? Hizo ver que frente al dinero, que es la “ideología dominante”, nosotros tenemos que recuperar la palabra, “porque ya no es nuestra”. Somos nosotros
los que tenemos que construir el sentido, y esto solo es posible mediante el
lenguaje.
Al respecto
recordó una frase de José Ángel Valente: «En
la poesía lo primero es crear y lo segundo comunicar». Por ello, “se trata de indagar, escaparme de los
espacios dominantes, crear mi propio espacio y hacer revolución. La revolución
no es solo una cuestión política, sino de toda la vida: consiste en repensar
todas las relaciones,” y esto es imposible sin la palabra, porque lenguaje
y pensamiento van unidos. Así, considera que solo a través de esta capacidad
logramos “ferocidad y un grito propio”.
Y desde su obra procura “invitar a que la
gente cree su propio mundo, porque la existencia es solo una”.
A propósito
de la cita de Valente, Velayos quiso aportar otra que mantenía también esta
idea: «la poesía es caer en la cuenta».
“Sí,” apuntó Cristóbal, “Valente decía que «el arte, la poesía no
alojan solo el sentido, sino que alojan la totalidad del despertar»”, y
entendida de esa forma, “la poesía nunca
es una palabra pragmática, sino que en sí misma posee todo el sentido. Por lo
tanto, me considero un poeta que pretende hacer una revolución holística”,
admitió.
Velayos,
además, reparó en la “ironía salvadora”
que se percibe en muchos poemas que “van
en la línea de desdramatizar, de jugar”. “La poesía es como un juego,” afirmó Cristóbal, mostrándose de
acuerdo, “y es que el juego es lo más importante
de todo. Yo escribo porque me gusta jugar con las palabras.” De esta
suerte, “quiero desterrar la idea de que
«la poesía es cursi», porque la poesía puede ser un ámbito totalmente feroz.”
De otra
parte, “el libro es un diálogo con una
infinidad de autores, no solo escritores, sino también músicos, filósofos…”,
declaró Velayos. “El poeta no debe vivir
en una biblioteca,” se explicó el Cristóbal, “sino que escribe viviendo. El poeta vive y luego transcribe esos
momentos.” De esta forma justificó sus numerosas influencias
interdisciplinares y añadió: “una de las
cosas más feroces es una guitarra eléctrica. De hecho, si Nietzsche estuviera
vivo, seguro que le gustaría la música electrónica.” Tras la mención del
filósofo, aprovechó para comunicar otra de las ideas que deambulan por el
libro: “La historia de la humanidad es
una domesticación del pensamiento. Las diferentes formas de violencia no
esconden sino un pensamiento domesticado; pero yo creo en lo contrario: ser
feroz de una manera ni violenta ni domesticada.”
Sin
embargo, “el libro está plagado de
ternura, por ejemplo, el poema Domingo; la ternura, el amor…
¿pueden ser un momento feroz?”
cuestionó Velayos. Cristóbal, por su parte, consideró que sí es posible: “la ternura es cuando uno se desarma y en ese
momento es cuando es más feroz.” También arguyó Velayos cierta “línea anticonstitucional”, a saber, la “necesidad de crear otros espacios y romper
con algunas instituciones, así como de convencer a los jóvenes de que no se
dejen llevar por el miedo” “…y de la
necesidad de ser desobediente”, agregó Cristóbal, “sin desobediencia no somos nada. Quien no desobedece, solo reproduce.
De hecho, el propio momento de escribir es una desobediencia.” Igualmente
mostró interés por desterrar el “mito de
la madurez”, porque “muchas veces
consiste en una connivencia con lo establecido. Uno no puede conformarse, ni
perder la energía transformadora del universo. No perder el asombro, ni el
entusiasmo, perder el telón de la cotidianidad, ver las cosas de otro modo.”
En efecto, Miguel Velayos aseveró que “la
vida y la esperanza se abre paso pese a todo” y que en Feroces de pensamiento “veo
mucha vitalidad.”
Para
finalizar el acto el autor expresó su deseo de que “el libro ande y se defienda solo y mis poemas se hagan mayores,
conozcan gente y conozcan mundo.”
Entre los asistentes se encontraban alumnos y compañeros
de Integración Social, y también escritores como el gran poeta Alberto Infante
y Daniel Romero, del que ya muchos esperan su primer libro.
No quiero terminar mi entrada sin añadir un poema que
refleje lo que significa esta ferocidad. Yo me inclino por el lado de la
ternura, del que rebosa “Nocturno”. ¡Que lo disfrutéis!
“No importa que
algún día me arrepienta
¿qué es eso de vivir con tal prudenciaque ni sentir me deje esta ternura
por miedo a sucumbir en tu mirada?
Tú no eres mía y yo te quiero
ajena a los planetas que te llamandormida entre mis lunas, soñadora
de barcos de papel y de galaxias
tumbada en tus cabellos,
como un hada
que sabe los secretos y descansa
Así que no te extrañe si despiertas
desnuda y deliciosa en la mañanay sientes que hace un rato que te observo:
No es dado al ser humano con frecuencia
seguir en su letargo a la belleza.”
Nos vemos en la siguiente presentación.
Helena Suárez
Estas magníficas fotos aparecen por cortesía de Fernando Gómez López. De nuevo, muchas gracias.
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