Hay que reconocer que el caso de Pablo
Méndez es sorprendente, yo diría que roza la genialidad. Publicar un primer
libro de poesía con diecisiete años y con poco más de diecinueve construir, él
solo, una editorial como Ediciones Vitruvio, editorial que ya en su número uno
contaba con la autoría de una mujer imprescindible en la literatura de entonces
y de siempre: Gloria Fuertes, es un caso casi de ciencia-ficción-poética. Pero
es que además ya entonces tenía ideas atrevidas, y para dar a conocer aquel
libro y la editorial organizó con sus amigos un sonado homenaje a Gloria
Fuertes, fue en el Fnac de Madrid, un febrero de 1996 y allí le conocí yo.
La editorial tenía ya entonces un
aire muy valiente, y sus autores de aquellos primeros años eran muy distintos
entre sí pero todos interesantes, recuerdo que estaba Ángeles Maeso, Alfonso
Gil, José Elgarresta, Salustiano Masó… y entre los jóvenes, Alfonso Berrocal,
Sergio Rodríguez, Alfonso Gota… eran poetas que apenas salvaban los veinte años
y se pasaban horas y horas hablando de poesía. Yo les seguí mucho aquellos
años, luego estuve viviendo en Nápoles y les perdí un poco de vista, pero al
volver no tarde en recuperar el contacto.
Todos eran buenos poetas, sin
embargo desde el principio me gustó la poesía de Pablo Méndez y la de Alfonso
Berrocal. Berrocal era celestial en aquellos años, todo misterio, filosofía,
educación, timidez, su libro Asceta me
acompañó durante meses… y Pablo Méndez era distinto, más charlatán, más
revoltoso, pero capaz de llegar al centro de cada uno con su poesía y con su
forma de ser poeta.
Pues el pasado viernes, Pablo Méndez
presentó el que algunos creemos es su mejor libro, Oh siglo veinte. Se sentó en un taburete, solo precedido de una
breve introducción de Antonio Daganzo, y se puso a decir sus poemas con esa
ternura, con esa vaga sensación de niño expulsado de no sé cuántos colegios que
a él le divierte tanto y que creo yo, tiene más de literatura que de realidad.
Pablo Méndez presentando Oh, siglo veinte
Oh,
siglo veinte es un libro perpetrado como un mapa personal de quien se abre
al exterior, después de leerlo te quedas como cuando ves una de esas viejas
casas que han sufrido un accidente y se parten por la mitad, puedes ver los
muebles, la televisión e incluso la cama… Méndez ha ido tejiendo la red de sus
personajes principales para exponer tras ellos todo su mundo poético, un mundo
que es muy humano y muy mágico al mismo tiempo. Lleno de narratividad en
algunos casos y de concisión y literatura en otros. El poema La madre, con el que abrió el recital,
es una maravilla que funciona como una novela: un poema de acción y al final una
reflexión terrible sobre el amor más incondicional y gigantesco del mundo: lo
digo yo por experiencia: el amor de una madre. En el libro hay poemas largos
que cortan el viento y pinceladas irónicas, breves, que nos recuerdan al Pablo
Méndez de libros anteriores.
Y la lectura que hizo me pareció
sorprendente. Después de verle tantas veces acompañando a los autores de
Vitruvio, muy serio, como muy clásico, encima de una mesa lleno de falsa
solemnidad, ayer que le tocaba a él, se sienta en un taburete y nos lee como si
estuviera en el bar de una cantina de un instituto leyendo a los amigos que
escucharon sus primeros versos, ¿y no es acaso eso el fin más digno de
cualquier poeta? lo es cuando el poeta es un hombre sincero que necesita la poesía
para vivir y para relacionarse con los demás. Oh, siglo veinte es una llamada al centro mismo de la poesía, la
poesía cuando es nostalgia, homenaje, llanto, critica, evasión y nocturnidad,
en este libro hay un poeta que alcanza una sorprendente madurez con la compañía
de los libros siempre en cada mano.
Pablo Méndez y Antonio Daganzo hablan por teléfono con el mismísimo Antonio Machado
Por allí estaban autores de peso, Miguel Galanes, Rafael Soler que tiene el don de la ubicuidad, Fernando López Guisado, Alfonso
Berrocal, Daniel Benito, Elgarresta, Ramón Hernández, Alberto Infante,
Fernández Hernán, Raúl Nieto de la Torre, Antonio Machado Sanz, Álvaro Petit: joven promesa
vitruviana, Ana Ares, Paco Moral, Modesto González Lucas, Jesús Ayet, María José
Perez Grange, David Minayo, Fernando García Román, Beatriz Villacañas, Hilario
Martínez Nebrada, José María Carnero… en fin poetas y poetas y poetas, todos
subidos a la pérdida de un siglo, o mejor dicho, a la recuperación de la
memoria poética de todo un siglo que se reivindica con felicidad en las voz
siempre sugerente de Pablo Méndez.
Nieves González
Comparto cuanto dices en esta reseña de lo que fue una reunión de poetas en torno a la figura de Pablo Méndez. Persona querida, editor consagrado y poeta de los grandes. Es un lujo leer sus poemas y una delicia escucharlos de su voz cálida.
ResponderEliminarGracias y un saludo.
Isabel F. Bernaldo de Quirós