martes, 14 de diciembre de 2021

Encuentro con Pedro López Lara

 Pedro López Lara presentó hace unas semanas, concretamente el 10 de noviembre de este año, su poemario Meandros (2021). Autor tardío y ganador de distintos premios de poesía (Premio de poesía de la Ciudad de Alcalá y Premio de poesía Rafael Morales) nos muestra con esta nueva obra la vida pasada desde el presente, las dudas existenciales que en muchas ocasiones nos perturban y la importancia de ciertas personas en nuestras vidas.

Comenzamos la entrevista conociendo un poco más al autor, viendo cómo ha sido su vida desde una vista de pájaro, de manera superficial, pero que nos permita ver de dónde sale esta necesidad de escribir y cómo evoluciona a lo largo del tiempo.

Como nos cuenta López Lara, la escritura para él ha sido una carga que ha sentido más pesada o más ligera según la época que estaba viviendo: Se inició en su etapa universitaria y mientras trabajaba en una editorial de renombre continuó escribiendo de vez en cuando, encontrando respiros entre los momentos más absorbentes de su profesión; pero es ahora, en los últimos años, cuando ha encontrado su oportunidad para encontrarse de nuevo y expresar sus ideas, sentimientos… a través de este arte. “Básicamente siempre he tenido un rechazo a escribir, pero la vida me ha conducido por caminos que me han obligado a escribir; y a escribir bastante”, nos relataba el autor.

Por otro lado, hemos descubierto que es un hombre al que le gustan todos los géneros literarios, pero que a la hora de escribir se decanta por la poesía de manera excepcional, aún habiendo escrito en tiempos pasados artículos filológicos, manuales didácticos y microrrelatos creados para su deleite personal.

Dentro de sus relatos poéticos, aún inéditos, ha tenido la oportunidad de recrear diversas escenas cinematográficas, pasajes y personajes de obras literarias, cuadros… que, de un modo u otro, podemos suponer, han impactado en su vida.

De la misma forma, el poeta se ha visto influenciado por distintos autores, entre ellos: Luis Cernuda, Jorge Luis Borges, Edgar Lee Masters, Fernando Pessoa, Paul Valéry… Aunque como bien nos menciona: “En realidad, yo creo que todo lo que uno lee le influye. Para mí las lecturas, como el hecho de haber visto películas o contemplado cuadros, son experiencias vitales. Y mi poesía trata de la memoria; una memoria que recrea siempre experiencias vitales; pero a veces, has dedicado parte de tu vida a leer un libro, contemplar un cuadro o ver una película, y eso no son experiencias culturales o culturalistas, forman parte también de la vida”.

Como no podía ser de otra forma, y por ser motivo de esta entrevista, hablamos de su última obra, Meandros (2021), en la cual se muestran memorias, lugares, ideas y personajes de una vida, en su parte, ya vivida.

Poemario escrito a partir de retazos robados al tiempo, con poemas únicos y con significado en sí mismos, que pretende transmitir dichos relatos como se muestran, dejando siempre ciertos límites para la subjetividad individual y aceptando siempre el deleite o desagrado del lector.

De la poesía, López Lara no espera nada: “No creo que la poesía sea un arma cargada de futuro ni cargada de ninguna otra cosa. Bueno, voy simplemente recibiendo con gratitud lo que me va dando, pero nada más, no hay una expectativa”, pero afirma que un poema debe asentarse en dos elementos: que tenga ritmo y que contenga una idea o un sentimiento “al que se le ha dejado reposar, un sentimiento que previamente ha sido disecado, o sepultado, y al que por un momento de la escritura del poema se le hace revivir para que luego vuelva a su tumba, ataúd o baúl, álbum de los recuerdos…”

Para finalizar, y en relación con su trabajo en el mundo editorial y educativo, le preguntamos por la actualidad: los jóvenes de hoy en día y la lectura. A este respecto, descubrimos que el autor opina que a pesar de que “ahora se lee y se escribe, probablemente más que nunca en la historia, por las redes sociales, por el WhatsApp… cuando antes se usaba el teléfono, la comunicación directa cara a cara; ahora se emplea la escritura, pero ese hecho es redundado, no se ha traducido en ninguna mejora de la habilidad o de la capacidad de comprender un texto escrito, o de elaborarlo por parte de los alumnos; ni tampoco de sus padres, de los adultos”, y que para sobrepasar  este problema plantea una solución aparentemente sencilla: conocer los intereses de los jóvenes y leer pasajes muy breves de obras en los que se manifestara dicho interés, dejando, en parte, de lado, la historia de la literatura ya que dichos textos no resultan atractivos a esas edades.

Nos encontramos frente a un hombre que sigue con la escritura a pesar de los altibajos que ha superado en su carrera como escritor a lo largo de la vida, y que actualmente ya tiene planteada su siguiente obra. ¡Desde Ediciones Vitruvio te deseamos lo mejor en tus siguientes proyectos y nos encantaría seguir compartiéndolos contigo!


Alba Menéndez Cuesta.





viernes, 26 de noviembre de 2021

El escalón Hillary de David Minayo por Alba Menéndez

             Hasta el momento, dedicado de lleno a la poesía, publicó tres poemarios: El amor en tiempo de los desguaces de coches (2014), Soportar la noche (2015) y El Berlín imposible de Hitler (2019).

Sin embargo, en esta nueva etapa literaria en la que deja de lado su faceta más poética, hemos podido conocer durante la presentación de su actual novela una dimensión más personal del autor. Así hemos descubierto la importancia que le otorga al proceso de escritura, pasando por sus inquietudes más profundas o su visión acerca de la actualidad.

Comenzamos la entrevista desgranando peculiaridades sobre su novela. Es así como conocemos que el autor dedicó alrededor de cinco años en escribirla y que no siempre el proceso fue sencillo, pues la duda estuvo presente y en distintas ocasiones se cuestionó si seguir adelante o aparcar su proyecto definitivamente. En este aspecto, fue su mujer quien representó su máximo apoyo, animándole constantemente para seguir escribiendo y recordándole que su mundo estaba ahí, detrás de las letras que iba construyendo capítulo tras capítulo.

Además del apoyo de su mujer y su círculo más cercano, contó con la ayuda distintos conocedores de la materia que le permitieron recrear la realidad de la época y ser fiel a la historia. Agradeció su colaboración a Jesús Hernández (historiador y experto en la Segunda Guerra Mundial); al coronel Pedro Baños (experto en geopolítica); así como a una serie de técnicos en electrónica, aviación y mecánica. Minayo recuerda que “abordar un capítulo, al final, es abordar todos los elementos que hay en él”.

En este coloquio no quisimos pasar por alto uno de los elementos que más nos llamaban la atención: ¿Por qué Hitler repite protagonismo dentro de su repertorio? ¿Qué vio en este personaje histórico que le llamase la atención? Tras su investigación, ¿descubrió facetas nuevas que hasta ahora eran desconocidas del dictador?

Minayo nos reveló que vio la oportunidad de aprovechar los conocimientos adquiridos en este largo proceso de investigación para escribir tanto la novela como su último poemario (El Berlín imposible de Hitler, 2019) ya que, para él, una no podría existir sin la otra.

Además, hizo hincapié en que en la vida no todo es blanco o negro, y como cabía esperar, tampoco en la figura de Hitler. ¿Qué tenía este personaje en sus primeros años para ser idolatrado y odiado a partes iguales? Entre su círculo más cercano encontraríamos alguna de las claves que nos resolverían esta pregunta, más allá de la ya generalizada opinión a nivel mundial del daño que generó Hitler a la sociedad. Por ello Minayo quiso darle la humanidad que en otras obras se le ha arrebatado, aunque, citando al autor: “decir que Hitler hizo cosas buenas, es como decir que el diablo tiene su lado bueno y es la antítesis de Dios, es el mal absoluto; entonces es complicado”.

No queríamos despedirnos del autor sin antes conocer su opinión acerca de la actualidad: ¿Qué valoración tiene sobre los jóvenes de hoy en día y la lectura?

Como les comentábamos, hoy en día las redes sociales han dejado en segundo plano a los hobbies más tradicionales como la lectura y la escritura, capaces de ofrecer una magnitud intelectual y sentimental, pero que en ocasiones son motivo de vergüenza e inseguridad en los jóvenes. El autor reconoce compartir esta visión y declara que es algo que ve en muchos jóvenes; incluso en su hijo adolescente, cuyo entretenimiento se centra en profundizar en YouTube y las redes sociales.  Recalca que son plataformas que distraen: fuentes de diversión instantánea que te evaden de la realidad fácilmente; al contrario que un libro, el cual también te puede ofrecer diversión pero que requiere de un pequeño esfuerzo: estar tranquilo, sentarse a leer, utilizar la imaginación para crear un mundo paralelo…

Su aportación para superar esa vergüenza e inseguridad juvenil viene de la mano de un consejo centrado en el Estoicismo, dice así: “Lo que piensen los demás al fin y al cabo no es lo que importa; lo que importa al final es que estés a gusto contigo mismo. […] Y cuando sabes eso, todo lo demás pasa a un segundo plano, y te centras en ser tu y en ayudar a los demás para estar contento contigo mismo y ser feliz”.

Queremos agradecerle a David Minayo la oportunidad de conocerle tanto a él como a su obra más en profundidad. Escritor prematuro, lleva perfeccionando su técnica desde niño, apoyado por su padre, que como nos confiesa con una sonrisa: “siempre me estaba alentando a que hiciera lo que me gustaba. Siempre está detrás de mí diciéndome “escribe, escribe”, presenta esto… Bueno mi padre se cree que soy capaz de ganar el Planeta”.

Ahora nos encontramos frente a un hombre que reconoce haberse sentido siempre escritor, pero que considera que para ser un escritor de verdad se necesita cierta trayectoria, y es eso lo que actualmente está creando.

 Alba Menéndez





El escritor David Minayo


viernes, 16 de octubre de 2015

Verónica y Angela Reyes

Verónica y el hombre bello


Al amparo de Pablo Méndez y tras la minuciosa presentación de Óscar Barrero, Ángela Reyes se dejó llevar por la historia de su nueva novela “Verónica y el hombre bello”; empezó a leer despacio y alegremente, incluso después de recordar que era la primera vez que presentaba un libro sin su mayor crítico y  admirador, su marido Juan Ruiz de Torres.


La escritora andaluza Ángela Reyes


            Los párrafos que leyó parecían anécdotas muy reflexionadas, vividas, diría yo, por Ángela Reyes,  que a través de la voz de la protagonista del libro, Verónica, esa niña de diez años, lúcida, inteligente, sagaz y alegre cuenta el interesante viaje que emprende junto a trece hombres, una mujer de reputación dudosa y un perro.

Público asistente a la presentación de Verónica y el hombre bello, de Ángela Reyes

            Relata en su peculiar cuaderno de bitácora el diario de la gran aventura vital que hace uniéndose al círculo de los seguidores de su maestro, reconociendo en él  a la persona que cambiaría la historia del mundo para siempre.  Las atentas reflexiones de la niña, nos describen de manera informal, con una prosa siempre en la búsqueda de la claridad, la actitud del maestro, de la terrenal  María, madre de Jesús, vigilante y en ocasiones gruñona por la honesta bondad de su hijo y las amistades de este y su dudosa reputación,  la extrañeza ante esa pequeña que afirma saber leer y escribir con una naturalidad pasmosa, cosa impensable en una mujer en los albores del cristianismo.


Oscar Barrero, Ángela Reyes y Pablo Méndez, en El Centro Riojano de Madrid.

            La sala estaba llena y la compañía de escritores y poetas conocidos también fue notable, por allí estaban:   Paco Castañón, Antonio Daganzo, Fernando López Guisado, Rosa María Estremera, José García Caneiro, Luis Arrillaga, Paco Caro y Enrique Gracia Trinidad entre muchos otros atentos al nuevo trabajo de Ángela Reyes.


Verónica y el hombre bello, de Ángela Reyes. Ed. Nostrum.



            La lectura de pasajes dando voz a la mirada infantil  y divertidamente osada, conmovió y arrancó risas al nutrido público  que asistió al entrañable acto, los cariñosos aplausos de muchos compañeros y amigos de la escritora, arroparon  su tierna lectura.



Mercedes Ramírez

martes, 21 de octubre de 2014

Mito

Era la segunda vez que, gracias a Pablo Méndez, podíamos disfrutar de Jorge Arbeleche en un lugar tan lleno de historia como la Cacharrería, en el Ateneo de Madrid.
Eran las nueve de la noche del 10 de octubre  y la sala fue llenándose de gente de casi todas las edades. En una esquina, discretamente, el autor uruguayo esperaba tranquilo. Su semblante transmitía una serenidad poética que presagiaba la dulzura con la que iba a deleitarnos.
Entre los asistentes, poetas, literatos, periodistas, estudiantes y aficionados. Llenaba la sala gente de la talla de Miguel Galanes, Miguel Osada, Antonio Daganzo, José Luis Fernández Hernán, Alberto Infante, Fernando García Román, Rafael Soler o Patricia Pérez.
Miguel Osada, poeta y director del ciclo de los viernes en la Cacharrería, fue el encargado de abrir el acto en el que se presentaba ‘Mito’, el último libro de este gran autor.
La presentación, a cargo de Miguel Galanes, autor del epílogo del libro y amigo del poeta, definía el libro como “un templo poético”. En su introducción, los asistentes pudimos disfrutar de una lectura parcial del epílogo y compartió, además, recuerdos de ‘Alta Noche’.  Una vez finalizada la presentación, comenzó la fiesta. Jorge Arbeleche se deshizo en agradecimientos y recuerdos de su primera juventud y compartió con los asistentes lo que había supuesto España en su vida y en su obra.
Oír los recuerdos, las anécdotas de la propia boca del autor en el mismo lugar en el que en otro tiempo habían estado autores de la generación del 98, del 14 o del 27, sin micrófonos, sin tecnología, me hizo sentir que presenciaba uno de esos momentos mágicos, irrepetibles.
Lo mejor del acto: escuchar al autor recitar sus versos con una voz dulce y ligera, sin artificios, que rozaba esa parte del alma que sólo la poesía es capaz de acariciar. Así que, desde aquí, mi agradecimiento al Ateneo por mantener la poesía en estado puro. Por acercárnosla y regalarnos momentos únicos como este.






A continuación dejo uno de los vídeos para que podáis disfrutar los que no pudisteis acudir a la presentación de ‘Mito’.


Enma M.


domingo, 9 de marzo de 2014

Oh, siglo veinte, Oh poetas y poetas y poetas

Hay que reconocer que el caso de Pablo Méndez es sorprendente, yo diría que roza la genialidad. Publicar un primer libro de poesía con diecisiete años y con poco más de diecinueve construir, él solo, una editorial como Ediciones Vitruvio, editorial que ya en su número uno contaba con la autoría de una mujer imprescindible en la literatura de entonces y de siempre: Gloria Fuertes, es un caso casi de ciencia-ficción-poética. Pero es que además ya entonces tenía ideas atrevidas, y para dar a conocer aquel libro y la editorial organizó con sus amigos un sonado homenaje a Gloria Fuertes, fue en el Fnac de Madrid, un febrero de 1996 y allí le conocí yo.
            La editorial tenía ya entonces un aire muy valiente, y sus autores de aquellos primeros años eran muy distintos entre sí pero todos interesantes, recuerdo que estaba Ángeles Maeso, Alfonso Gil, José Elgarresta, Salustiano Masó… y entre los jóvenes, Alfonso Berrocal, Sergio Rodríguez, Alfonso Gota… eran poetas que apenas salvaban los veinte años y se pasaban horas y horas hablando de poesía. Yo les seguí mucho aquellos años, luego estuve viviendo en Nápoles y les perdí un poco de vista, pero al volver no tarde en recuperar el contacto.
            Todos eran buenos poetas, sin embargo desde el principio me gustó la poesía de Pablo Méndez y la de Alfonso Berrocal. Berrocal era celestial en aquellos años, todo misterio, filosofía, educación, timidez, su libro Asceta me acompañó durante meses… y Pablo Méndez era distinto, más charlatán, más revoltoso, pero capaz de llegar al centro de cada uno con su poesía y con su forma de ser poeta.
            Pues el pasado viernes, Pablo Méndez presentó el que algunos creemos es su mejor libro, Oh siglo veinte. Se sentó en un taburete, solo precedido de una breve introducción de Antonio Daganzo, y se puso a decir sus poemas con esa ternura, con esa vaga sensación de niño expulsado de no sé cuántos colegios que a él le divierte tanto y que creo yo, tiene más de literatura que de realidad.


Pablo Méndez presentando Oh, siglo veinte

            Oh, siglo veinte es un libro perpetrado como un mapa personal de quien se abre al exterior, después de leerlo te quedas como cuando ves una de esas viejas casas que han sufrido un accidente y se parten por la mitad, puedes ver los muebles, la televisión e incluso la cama… Méndez ha ido tejiendo la red de sus personajes principales para exponer tras ellos todo su mundo poético, un mundo que es muy humano y muy mágico al mismo tiempo. Lleno de narratividad en algunos casos y de concisión y literatura en otros. El poema La madre, con el que abrió el recital, es una maravilla que funciona como una novela: un poema de acción y al final una reflexión terrible sobre el amor más incondicional y gigantesco del mundo: lo digo yo por experiencia: el amor de una madre. En el libro hay poemas largos que cortan el viento y pinceladas irónicas, breves, que nos recuerdan al Pablo Méndez de libros anteriores.
            Y la lectura que hizo me pareció sorprendente. Después de verle tantas veces acompañando a los autores de Vitruvio, muy serio, como muy clásico, encima de una mesa lleno de falsa solemnidad, ayer que le tocaba a él, se sienta en un taburete y nos lee como si estuviera en el bar de una cantina de un instituto leyendo a los amigos que escucharon sus primeros versos, ¿y no es acaso eso el fin más digno de cualquier poeta? lo es cuando el poeta es un hombre sincero que necesita la poesía para vivir y para relacionarse con los demás. Oh, siglo veinte es una llamada al centro mismo de la poesía, la poesía cuando es nostalgia, homenaje, llanto, critica, evasión y nocturnidad, en este libro hay un poeta que alcanza una sorprendente madurez con la compañía de los libros siempre en cada mano.


Pablo Méndez y Antonio Daganzo hablan por teléfono con el mismísimo Antonio Machado

            Por allí estaban autores de peso, Miguel Galanes, Rafael Soler que tiene el don de la ubicuidad, Fernando López Guisado, Alfonso Berrocal, Daniel Benito, Elgarresta, Ramón Hernández, Alberto Infante, Fernández Hernán, Raúl Nieto de la Torre, Antonio Machado Sanz, Álvaro Petit: joven promesa vitruviana, Ana Ares, Paco Moral, Modesto González Lucas, Jesús Ayet, María José Perez Grange, David Minayo, Fernando García Román, Beatriz Villacañas, Hilario Martínez Nebrada, José María Carnero… en fin poetas y poetas y poetas, todos subidos a la pérdida de un siglo, o mejor dicho, a la recuperación de la memoria poética de todo un siglo que se reivindica con felicidad en las voz siempre sugerente de Pablo Méndez.



Nieves González




domingo, 26 de enero de 2014

Más almíbar que ácido

            Sí, sí, sí, encontré trabajo, por eso me he perdido bastantes actos de poesía en los últimos meses, pero una cosa es encontrar trabajo y otra muy distinta perderse una presentación de Rafael Soler, que si tengo que volver a la cola del paro pues vuelvo… la poesía y sus grandes nombres tienen que estar por encima de todo.



                                          
                                           Pablo Méndez, Rafael Soler y Luis Alberto de Cuenca



             El caso es que Rafael Soler lleva en poco menos de cinco años tres libros de poesía muy notables, el primero Maneras de volver, que ha sido todo un éxito nos lo descubrió a muchos como un poeta sobresaliente, el segundo Las cartas que debía, confirmaba las predicciones y este tercero, Ácido almíbar nos lo consagra como una voz necesaria.
            Iniciado ya el acto, Pablo Méndez saludó al respetable (pocos actos de poesía tienen tanto y tan nutrido público) y mostró su contento con la publicación. Miré yo con detenimiento al director de Ediciones Vitruvio porque sé que ha sido padre hace unos días pero no vi grandes ojeras, bostezos, ni otras debilidades de quien tiene un bebé en casa. Y para la presentación otro lujo, Luis Alberto de Cuenca, poeta setentero y cañón, siempre elegante y cuidadoso que sabe presentar un libro como nadie, ni mucho ni poco, breves pinceladas y la voz de la experiencia junto a la de la simpatía.
            Después Rafael Soler nos fue desgranando su ácido almíbar poco a poco como quien sirve un gran plato y quiere que los comensales lo degusten, lo disfruten lenta y pausadamente. No es fácil de explicar la poesía de Rafael Soler, es de esas obras que prefieren la insinuación a la realidad, que dice las cosas como sin nombrarlas, una poesía que deja al lector con la maquinaria a medias para que sea el que lee el que termina y además tiene un gran poder de atracción, es de esos poetas que al terminar un poema estás deseando leer el siguiente, aunque del anterior no hayas entendido nada, yo diría que es un poeta con un gran misterio, con el enigma de la poesía que es un enigma grande, muy muy poderoso. Hay poetas que a una le gustan y no sabe muy bien las razones, son poetas con enigma: es así, Claudio Rodríguez, Carlos Bousoño, Carlos Barral…



Impresionante aspecto de la Asociación de la Prensa 

            Ácido almíbar me parece más intenso y directo que los libros anteriores, quizá Las cartas que debía estaba más en la comunicación con el exterior, y Ácido almíbar es más la conversación con uno mismo, con su pasado, con su familia, con el lado más negro de ir viendo como los otras fallan, o se mueren, o salen del cuadro que a la postre es lo mismo. Maneras de volver era más un viaje de regreso.
            La lectura conmovió al público de una forma tremenda, los aplausos sostuvieron la sala y alguno quiso levantar al poeta como si de un diestro taurino se tratara, no llegó la sangre al libro que diría otro y al acabar se disfrutó de una copilla en un local cercano que se llenó de poetas como algunas noches se llenan de luces y de sombras.
            Por allí estaba Alberto Infante, Javier Lostalé, Diego Doncel, Javier Reverte, Ángel Guinda, José Elgarresta del que me han dicho tiene libro a punto, Alfonso Berrocal, David Morello, Fernando López Guisado, Antonio Daganzo, Hilario Martínez Nebreda, Ramón Hernández, José María Prieto, Miguel Losada, José Cereijo, José Luis Fernández Hernán, David Minayo, Raúl Nieto de la Torre, Eduardo Merino, Francisco García Marquina… en fin… una lista mucho mayor que acompañaron al poeta con devoción.




            Cuando alguien es capaz de llenar un lugar con la poesía como pretexto es que hay detrás un poeta especial pues no está el invierno para ir y aburrirnos a cualquier sitio. Si fueron un éxito Maneras de volver y Las cartas que debía, yo creo que Ácido almíbar será todavía un libro más comentado y leído, hay una flor decadente, femenina y radiante en cada poema de Soler y en este poemario crece.



                                                                                                                            Nieves González                                                                                                              


miércoles, 16 de octubre de 2013

La hora al fin de Javier Magano

Me hablaron el curso pasado de Javier Magano y tenía buena curiosidad de leerlo, coincidí con él en el Homenaje a Luis Cernuda que hizo Ediciones Vitruvio hace unos meses y creo que también le vi en los fastos del Día del Libro en la legendaria Fuentetaja, que por cierto, ha vuelto a cerrar y se une a este drama cotidiano nuestro, tiendas cerradas, personas en paro, miseria de camino, en fin, no voy a volver a lo mismo...

 La sala llena en la presentación de La hora del lobo, de Javier Magano

           Lo cierto es que Javier Magano presentó ayer su primer libro, La hora del lobo, en la cripta cada vez más sagrada del Comercial, lo que Pablo Méndez llama insistentemente El Rincón de don Antonio y que tiene ya una larga lista de poetas que han cantado allí sus versos.
            La presentación corrió a cargo de Pablo Jiménez, poeta de densa e importante trayectoria que hizo una semblanza del autor y del libro elogiosa, contenida y sincera. Después el poeta leyó sus versos no ajeno a la emoción que toda primera gran cita impone pero con claridad, a ritmo suave y muy dentro de una voz con certeza y empuje. La hora del lobo es un libro brillante, su coqueteo con el culturalismo es una realidad pero no está tratado desde una posición antigua, hay modernización en los personajes que ya llenaron páginas en la poesía española, especialmente en poetas surgidos en los años setenta. La posición de Magano es más vertical, y en su poesía, donde no cae nunca la figura de Shakespeare también hay momentos de exaltación amorosa o de contemplación del paisaje frente a la decadencia de nuestra propia vida.

Pablo Jiménez, Javier Magano y Pablo Méndez

            La sala estaba llena y la compañía de escritores y poetas conocidos también fue nutrida, me gustó ver a Juan Carlos Rodríguez Búrdalo: interesante poeta extremeño del que leí hace años su gran libro De piel y humo, Eduardo Merino, José Parra Moreno, Hilario Martínez Nebreda, Raúl Nieto de la Torre...

            La poesía se convirtió en un lugar extraño y maravilloso, las referencias literarias de Javier Magano se crecieron en el ambiente de la tarde y muchos supimos que estábamos ante un escritor que escribirá páginas buenas, de momento empieza con un buen paso, certero. 


                                                                                                                             Nieves González